El Sendero de la Mano Izquierda es un sendero mágico en el sentido más profundo de la palabra. Una etimología posible de la palabra “magia” la coloca en la misma raíz que la palabra inglesa make, “hacer”, y la germana macht, “poder”. La magia es hacer, es un actuar consciente enfocado sobre la transformación de la realidad personal.
Lamentablemente, muchas personas interpretan superficialmente tanto al SMI como al SMD. Recordemos que, en esencia, estos dos senderos son vías de realización personal. Las interpretaciones superficiales de ambos senderos, combinados con mentalidades inmaduras, dan como resultado a personas enfocadas únicamente sobre la apariencia externa de los rituales y ceremonias de una tradición, o en una estética inauténtica. Por un lado, tenemos a fanáticos religiosos que asesinan a otros con tal de mantener pura su religión; por el otro, a individuos desequilibrados que destruyen monumentos históricos bajo la idea de una apropiación cultural. ¿Cuál de los dos lados corresponde al SMI o al SMD? ¡Ninguno! Ambas posturas pueden surgir tanto en un lado como en el otro, pues el fanatismo y la violencia nacen de personalidades desequilibradas que buscan, necesitan ser determinadas por una autoridad externa a sí mismos.
El Sendero de la Mano Izquierda no es para cualquiera pues, como en el vamacara, sólo aquellos con un temperamento especial pueden soportar el encuentro consigo mismos sin desviar la mirada del abismo. El Sendero de la Mano Derecha tampoco es para todos. Si bien hay autores que señalan que le SMD es “sencillo” o “placentero”, pienso que estos autores no son conscientes de que el trabajo místico y mágico en el lado de la luz también implica un trabajo interno intenso en el que uno debe reconocer sus partes más oscuras, si bien la finalidad de este proceso es diferente. Ambos senderos exigen consciencia como requisito, una consciencia que pueda soportar verse a sí misma al espejo con un ojo crítico y que esté deseosa de superarse. Esto no lo encontramos en la mayoría de las personas, puesto que la mayoría de las personas no están dispuestas a sacrificar su comodidad para conocer lo que está más allá de sus vidas.
Conclusión
Esta ha sido una breve introducción al Sendero de la Mano Izquierda. Este tema es extenso, complejo, pero también fascinante. Como todo modelo teórico, esta presentación ha sido mi perspectiva acerca del SMI. Este sendero no es elitista por ser elitista: lo es por su misma naturaleza. No cualquiera puede dejar atrás las estructuras cómodas que dan seguridad mental y emocional, y la recompensa es terrible: cargar con la consciencia de la responsabilidad que conlleva el conocimiento. Este es el precio del cuestionamiento, de la duda, de la desobediencia, de la libertad. Y sin embargo, el precio parece poco, por la libertad de ser uno mismo.
El Sendero de la Mano Izquierda es una vía para quienes buscan, parafraseando a Albert Camus, ser tan absolutamente libres que su misma existencia es un acto de rebelión.
El SMI se asocia con tradiciones y modelos espirituales que acentúan la presencia de fuerzas caóticas, ya sea a través de su simbolismo o de su discurso. Podemos encontrar comúnmente a figuras como Satán, Lucifer, Tiamat, Apofis, Set, Loke y demás, que representan las fuerzas del caos que los dioses cósmicos buscan mantener a raya. El SMI utiliza estas figuras como símbolos del poder caótico que disuelve las estructuras limitantes que evitan la evolución del individuo.
El historiador y ocultista Thomas Karlsson propone en su libro Qabalah, Qliphoth and Goetic Magic, que existen tres niveles de conocimiento en el ámbito del esoterismo:
Existen tres niveles principales del conocimiento, de los cuales el primero es nuestro conocimiento mundano y la información presentada por la ciencia común. Debajo de este nivel encontramos al conocimiento esotérico de la luz que ha sido transmitido por las ciencias ocultas regulares. Por debajo de este nivel podemos encontrar el conocimiento esotérico oscuro. (…) el esoterismo de la luz lleva hacia una unión con los dioses masculinos de la luz, como Yahvé o Marduk. El esoterismo oscuro, por otro lado, lleva hacia las entidades draconianas primordiales como Leviatán, Tehom o Tiamat, que existieron mucho antes que los dioses de la luz y que existen en el infinito más allá de la luz divina.
El trabajo activo con las fuerzas del caos tiene la finalidad de permitir la entrada de estas fuerzas en la vida del individuo, quien debe aprender a dominarlas, o en otras palabras, debe aprender a “montar al Dragón”. Esto significa que el caos debe equilibrarse con orden, pero no un orden externo, sino un orden autónomo, autogenerado, surgido de la propia voluntad verdadera de la persona. El conocimiento del esoterismo oscuro nos lleva hacia un conocimiento de nuestra propia sombra, un encuentro que no es cómodo ni sencillo, pero sumamente enriquecedor.
El SMI se coloca no solamente como opuesto al SMD, sino que los poderes con los que trabaja son más antiguos. El caos precede al orden, tal como Caín precede a Abel, la oscuridad a la luz y el instinto a la civilización. En la siguiente tabla, tomada del libro La Via Oscura del académico y ocultista italiano Alberto Brandi, se resumen algunos de los elementos asociados con ambos senderos:
EL LADO OSCURO
EL LADO LUMINOSO
Ctónico, terrestre
Uránico, celeste
Orgánico
Mecánico
Naturaleza
Civilización
Panteísmo o politeísmo
Monoteísmo
El hombre en la naturaleza
Dominio sobre la naturaleza
Realismo
Utopía
Idealismo
Materialismo
Tiempo cíclico
Tiempo lineal
Holismo polarizado
Dualismo
En base al cuadro, podemos observar que las asociaciones entre los senderos muestran una especie de primordialidad en el SMI: lo orgánico y la naturaleza vienen antes que lo mecánico y la civilización, el panteísmo antes que el monoteísmo; lo ctónico y lo terrestre se contraponen con lo uránico y lo celeste; el tiempo cíclico de las culturas antiguas se opone al tiempo lineal del pensamiento occidental, etc. Es interesante cómo lo ctónico y lo terrestre son también asociados con lo femenino, mientras que el cielo es asociado con lo masculino. Mientras que en las religiones monoteístas la mujer toma un rol secundario, en el SMI la mujer tiene un papel central. La mujer ha sido siempre un símbolo de lo prohibido y de lo desconocido, por lo que su asociación con la oscuridad y el caos es aprovechada en el SMI como un medio a través del cual los adeptos de ambos sexos pueden obtener poder. Este poder, sin embargo, debe ir acompañado de una disciplina férrea, pues de lo contrario es fácil caer en ego trips o en prácticas hedonistas que nada tienen que ver con el desarrollo personal.
Todo concepto es una construcción necesaria para que el ser humano pueda ordenar y organizar el mundo que lo rodea. No es diferente con los conceptos de los senderos de la mano derecha y de la mano izquierda. Estas ideas son construcciones con las que nos referimos a ciertas metodologías espirituales, cuya práctica depende en gran medida del individuo, su carácter y su temperamento. Decir que una u otra vía es mejor o peor, o que uno u otro sendero es correcto o incorrecto, es caer en un dualismo que evita tener consciencia de la perspectiva del otro, esto es, evita tener una visión completa de nuestro panorama.
Ambas posturas son formulaciones que nos permiten aproximarnos a un fenómeno específico, que es la experiencia de lo trascendental. Esta experiencia trae consigo (y lo podemos constatar en la obra de numerosos místicos) un derrumbe temporal de las estructuras mentales para dar paso a una experiencia del caos, de lo desordenado. En las religiones, esta experiencia ha sido llamada nirvana, sunyata, unio mystica, o personificada bajo las formas de Dios, Alá, Jehová, etc. Este tipo de experiencia mística es lo que constituye la esencia de la religión, su núcleo esotérico o esencial. La manifestación externa de la religión está constituida por las reglas rituales seguidas por la mayoría de los creyentes, la parte superficial. Ambas dimensiones están determinadas por una ortodoxia, una ley religiosa que marca las pautas de cómo las cosas deben funcionar en un culto determinado. La ortodoxia está señalada y regulada por figuras como sacerdotes o rabinos, quienes son los guardianes de las normas y leyes de una religión, tanto en su aspecto exotérico como esotérico. En desvío de estas normas constituye lo que llamamos herejía.
La palabra “herejía” tiene su origen en el griego αἱρέομαι, que significa “tomar para uno mismo”. En el contexto religioso tradicional, una herejía es algo que se aleja de la normatividad de la autoridad religiosa. Mientras que el religioso o el místico de las religiones tradicionales parten de una interpretación de la tradición religiosa mediada por las figuras de autoridad (como el Papa, obispos o figuras tradicionales como religiosos o filósofos), un hereje, entonces, es alguien que “toma para sí mismo” la interpretación de la tradición, haciéndola propia. La herejía (cuando es consciente) es una manifestación de uno de los pilares esenciales del SMI: el antinomismo, expresado a través de la desobediencia a la autoridad y la apropiación de la tradición.
La ortodoxia y la autoridad en el misticismo y la religión cumplen con la función de marcar la dirección que debe seguir la práctica. Si bien esto puede poseer un elemento político al condenar toda desviación como satánica y peligrosa, el académico Gershom Scholem señala la dimensión psicológica de la necesidad de una guía en el terreno de la espiritualidad:
El riesgo de una desviación de la autoridad tradicional hacia lo incontrolado y lo incontrolable está profundamente enraizado en la naturaleza de la experiencia mística. (…) el Guru cumple ante todo una función psicológica. Impide que el discípulo que se apresta a investigar el mundo de la mística se equivoque y se ponga en peligro a sí mismo. El que busca solo su camino puede, desde luego, extraviarse fácilmente y aun caer en la locura, pues el sendero del místico está empedrado y rodeado de peligros. (…) Sin guía se corre el riesgo de perderse en el desierto de la aventura mística.
Esta prohibición tiene la función, ante todo, de evitar un desvío que aleje al adepto de la vía ya establecida por los profetas y los fundadores de la tradición. Podemos concebir este proceso con atravesar un bosque a través de un camino ya establecido. El desvío, entonces, implicaría una salida del camino conocido y una entrada en el terreno de lo desconocido, que para la mayoría de las personas significaría una caída en la locura. En un afán por mantener pura la tradición, los modelos religiosos han terminado por utilizar medios violentos: aquello que en un principio cumplía una función de guía, pasó a convertirse en un dogma que debe ser protegido y vigilado a toda costa.
El SMI corresponde a este desvío. Los caminos conocidos se han transformado avenidas bien delimitadas e iluminadas, pero también fortificadas y vigiladas, de manera que las fuerzas del caos no puedan penetrar en las estructuras ordenadas del mundo del hombre. Mientras que el SMD lleva hacia Dios y la luz, el SMI lleva hacia el interior de uno mismo, hacia la oscuridad que la luz del Sol no puede alcanzar. Esta oscuridad es donde se encuentra latente la sombra que tanto nos esforzamos por mantener a raya a nivel externo, la sombra que es nuestros impulsos y nuestras fantasías, nuestros sueños y nuestros deseos. El adepto del SMI explora esta oscuridad para llegar a un conocimiento más profundo de sí mismo, pero no se queda aquí, sino que, a través de su voluntad, actúa para transformar su realidad y abrir así la posibilidad de la elección. El caminante del SMI es, en esencia, un hereje, cuyos actos están marcados por una constante que determina su libertad: la desobediencia.
La desobediencia es uno de los principios necesarios para la libertad individual. La desobediencia implica el cuestionamiento a una regla o figura de autoridad percibida como limitante. El individuo, a través de la acción consciente, puede liberarse de esta situación. La mayoría de las personas optan por una decisión más práctica, que es el sometimiento y la obediencia, abandonando parte de sí mismos (esto es, dejando de ser) en el acto. El psicoanalista Erich Fromm escribe sobre esta idea en su libro Sobre la Desobediencia y Otros Ensayos:
La obediencia a una persona, institución o poder (obediencia heterónoma) es sometimiento; implica la abdicación de mi autonomía y la aceptación de una voluntad o juicio ajenos en lugar del mío. La obediencia a mi propia razón o convicción (obediencia autónoma) no es un acto de sumisión sino de afirmación. Mi convicción y mi juicio, si son auténticamente míos, forman parte de mí. Si los sigo, más bien que obedecer al juicio de otros, estoy siendo yo mismo.
En el SMD siempre hay una figura por encima del adepto, alguien que determina la dirección de su praxis; en el SMI, la autoridad es el mismo adepto. Para separarse de la autoridad, es necesario el acto de desobediencia que cree una rotura en el orden establecido que limita al individuo. Esto no significa que el SMI abogue por actos impulsivos, sociopáticos, ni mucho menos criminales, pues estos son resultado de mentes desequilibradas que no pueden dominar las fuerzas caóticas de su propia existencia. El SMI requiere de una voluntad férrea y de una disciplina mucho más rigurosa, pues como dice Nietzsche, “quien lucha contra monstruos debe cuidar él mismo de no convertirse en uno.” Y también recordar que, si miramos al abismo, el abismo nos devolverá la mirada. Y en el Sendero de la Mano Izquierda, el abismo lo hará, y deberemos soportar su mirada.
Uno de los ganchos, de varios y entretenidos, con que cuenta esta nueva apuesta ficcional de Netflix es que también ha sabido re-conceptuar una serie de símbolos, que el espectador reconocerá y asimilará rápidamente, pero dándoles un distinto significante, casi participando de lo que los estudiosos llaman Mitologema; de acuerdo a la definición de Károly Kerényi, se entiende un complejo de material mítico que es continuamente revisado, plasmado y reorganizado, pero que nosotros llamaremos “iconotropía”. Robert Grave cuando comenzó con sus investigaciones y escritos sobre los mitos antiguos, ya fueran griegos o judíos, lo realizó bajo un concepto al que llamaba iconotropía que es literalmente, movimiento del símbolo; concepto que se refiere a la apropiación y re-lectura de los símbolos de unas religiones más antiguas por otras. En varias oportunidades la historia de Dark lo hace no solo con los símbolos, sino que también con personas, por ejemplo, el personaje llamado Claudia Tiedemann interpretado por Gwendolyn Göbel, Julika Jenkins y Lisa Kreuzer, que alude a la triple dimensión de la divinidad femenina. También simboliza la vida, la muerte y el renacimiento por razones que se insinúan en la serie, ella de anciana es quien instruye a los hombres sobre los viajes, la Sophia que los alquimistas intentaban seducir para alcanzar sus conocimientos. Es la deidad femenina atrapada en este plano material y que solo se liberará cuando este sea destruido y rescatada de los ángeles que aquí la retienen. El personaje es un símbolo en sí mismo. Irónicamente o no, los grandes movimientos gnósticos como el Rosacruciano se iniciaron en Alemania.
La Triqueta o Triquel: de origen indoeuropeo que habla sobre la triple dimensión de la diosa, como decíamos, la vida, la muerte y el renacimiento. De acuerdo a la cultura celta, una gran usuaria del símbolo posee poderes curativos y de bendición, así como de fertilidad y vida; capaz de curar cualquier dolencia si se la sostiene sobre el enfermo o la parte afectada. Serían los romanos católicos que la transformarían en Dios, el hijo y el espíritu santo. Emparentada está con el Trisquel o triskelés, es decir tres piernas, que es el principio y el fin, la eterna evolución y el aprendizaje perpetuo. Y que se ajusta más a la idea con que los guionistas la utilizaron en la serie, puesto que entre los druidas simbolizaba el aprendizaje y la trinidad Pasado, Presente y Futuro. «Sic Mundus Creatus Est» ─Así fue creado el mundo o De esta manera el mundo fue creado─: reza el décimo precepto de la Tabla Esmeralda o Tabula Smaragdina; un texto breve, de carácter críptico, atribuido al mítico Hermes Trismegisto, cuyo propósito es revelar el secreto de la sustancia primordial y sus transmutaciones. Pura y dura alquimia que de acuerdo con los estudiosos del tema al parecer el autor es una combinación del dios griego Hermes y el egipcio Dyehuthy o Thot (Hermes en griego), el de la cabeza de Ibis y considerado el dios de la sabiduría. La misma es un documento que contiene la descripción del arte de la gran obra alquímica, que simbólicamente nos lleva al descubrimiento de la piedra filosofal y que para alcanzar su significado debemos trascender las limitaciones mortales, físicas. Y cuya lectura debe comenzarse con la más que relevante frase «quod est inferius es sicut quod est superius» es decir «lo que está de abajo es como lo que está arriba». Los guionistas, Jantje Friese por nombrar a la cabeza del grupo, la utilizan como un modo de apoyar y reforzar la teoría de que el mundo es cíclico, alejándolo de los conceptos de estudios profundos sobre la naturaleza humana y acercándolo a una simple aseveración. Lo que ves es y será hasta el final, lejos de las búsquedas de la alquimia que creen en todo lo opuesto.
El hilo rojo, Ariadna, el laberinto y el Uróboros: aquí tomaron varios conceptos mitológicos y los anudaron a una misma definición, englobándolos de manera única, utilizando solo lo esencial del símbolo, dejando que el imaginario popular atara los cabos. Porque tomó la leyenda asiática del Hilo Rojo del Destino; según este mito, los dioses atan un cordón rojo alrededor del tobillo ─o del dedo meñique, en el caso de la cultura japonesa─ de los que han de conocerse. En varias oportunidades se ve ese hilo rojo, Martha Nielsen en la obra de teatro, Jonas Kahnwald recibe un trozo y como guía en la cueva. Aquí no solo es la guía hacia alguien también hacia algo, que se vuelve circular, como el uróboros (la argolla en la que está atado el hilo al final del recorrido); la serpiente que se come la cola. Símbolo que tiene alrededor de 3000 años de antigüedad y que ha transitado varias culturas y significados y que básicamente habla del eterno retorno y otros conceptos percibidos como ciclos que comienzan de nuevo en cuanto concluyen, el tiempo y la continuidad de la vida y que muchos mitógrafos relacionan con la historia de Sísifo y la «desvergonzada piedra» que es una representación del año solar. Ariadna, la diosa sumeria de la fecundidad de los campos, hija de Pasífae y Minos cuyo nombre significa, de acuerdo con la corriente «luz del padre o señor» y es nada menos que uno de los personajes que se utilizaron para construir el relato de un nuevo orden. Ella traiciona a su padre al ayudar a Teseo en el laberinto. De acuerdo con estudiosos como R. Graves, la antigua religión estaba basada en la idea femenina de la deidad en la que ella Pasífae y su hermana Fedra eran rostros en diferentes rituales de la misma diosa. Los hombres eran sacrificados en ese laberinto como ofrenda a la triple diosa, ella al ayudarlo a atravesar el laberinto daba por terminada ese concepto, dando paso a la sumisión femenina sobre el dios padre (la Sophia atrapada). No olvidemos que Teseo era un dios menor de tribus lapitas que gobernaron Atenas. En definitiva, que queremos decir con todo esto; que Martha es la guía de Jonás, (profeta judeo-cristiano que estuvo 3 días en el vientre de una ballena, una aproximación a la muerte y renacimiento; de lo profundo del «vientre» surge cual resurrección) que lo ayudará en el camino al descubrimiento del secreto de su propia existencia como la luz de un faro, que logra atravesando el laberinto, cuyo significado más conocido es la iniciación. Aquí utilizan el Laberinto clásico o cretense, forma ovoidal y de diseño muy sencillo que posee solo una entrada y salida, al entrar por esa puerta vuelves por la misma transformado, que es lo que sucede con Jonás y sus viajes en el que utiliza el hilo, su alma gemela como acompañante, como Dante y Virgilio en la Comedia. Busca descifrar el misterio regresando una y otra vez, muerde la cola del hecho, queda atrapado en un círculo temporal eterno, al que representan con el uróboros.
El laberinto puede que también sea un indicio, junto con la cueva que lo contiene, a la teoría de la tierra hueca, creada por el alemán Athanasius Kircher que propugnaba la existencia de un sistema de galerías destinado a comunicar lugares distantes a través del subsuelo.
En número TRES: según la numerología, el 33 –junto a los números 11 y 22- es un número maestro, cargado de equilibrio, espiritualidad y del amor en su más pura expresión, mediante la entrega, sacrificio y compasión. Es un número que se ha resignificado a lo largo de la historia de diversas maneras, lejos de las ciencias, sobre todo en lo espiritual. Por supuesto que no hay una alineación planetaria algo científicamente imposible por la posición inicial de los planetas en diferentes grados con respecto al Sol, más bien es una idea utópica más cinéfila y literaria que real. En este caso la referencia numérica ayuda a darle una pátina esotérica que logra conmover al espectador desde lo supraterrenal, además de que este montará un juego de asociaciones con el número de conocimiento ya adquiridos. La Biblia asegura que el rey David reinó en Jerusalén durante 33 años y que Jesús tenía 33 años cuando murió en la cruz, Alejandro Magno, el mayor conquistador del mundo antiguo, murió a los 33 años. En la Masonería el 33 significa el máximo grado masón del Rito Escocés. El poeta Dante Alighieri divide a las tres partes de “La Divina Comedia” (Infierno, Purgatorio y Paraíso) en 33 cantos cada una. Y podríamos estar enunciando muchas más. Estas sirven como ejemplo de cómo se puede dotar de un significado profundo a un símbolo o como en este caso un número para así rodearlo del sincretismo necesario, de misterio.
La Cueva o caverna: Sin entrar en la alegoría de la caverna que acuñara Platón, en esa que expone parte de su pensamiento político y metafísicos, que también podría cuadrar en su utilización en la serie, la misma hace referencia más como una parte esencial del nacimiento de muchos mitos. La caverna que fue primer hogar de los hombres se transformó con el paso del tiempo en la imagen acabada de eso, del refugio primigenio, del sitio donde todo se gestó. Quizás por eso también se la ve como la oquedad uterina, el cálido y reconfortante sitio, que en la oscuridad da origen a nueva vida. Y de hecho en ella se da lugar a muchos nacimientos y renacimientos notables. Cada personaje de las mitologías que ha pasado por ellas regresa completamente cambiado, porque también es visto como entrada al inframundo. En definitiva, es un objeto de culto primigenio, uno que llevamos, como humanidad en nuestro código genético espiritual. El pesebre, la tumba y la entrada a los infiernos que utilizó Orfeo, lugar de culto de Mitra y Adonis, sitio de apariciones Marianas y de nacimiento de diosas. Aquí, en Dark, emula muchas de estas imágenes, dándole al espectador un sitio de inicio y convergencia que podrá asimilar sin dificultad como fuente del misterio.
La muerte en masa de animales: Es también un símbolo, en cierta manera, también una imagen que asociamos con el fin, la terminación, aniquilación más allá de toda salvedad. Así se anuncia en el libro bíblico Apocalipsis 8:8-9. Hasta los mismos ruidos y temblores que se escuchan y sienten son equivalentes a imágenes de este libro profético cristiano, la trompeta, los temblores, todos dolores del paroxismo del mundo al momento de su muerte. Aunque aquí se debe a ciertas cuestiones medioambientales, con respecto a los cambios magnéticos de la tierra al realizarse el viaje temporal. Pero hasta entonces el espectador especula con algo sobrenatural.