Muchos pueden llegar a creer que el satanismo tiene por arquetipo al Satán de la Biblia cristiana, por lo que no faltará aquél que se plantee preguntas como "Si siguen al enemigo del cristianismo ¿no deberían reconocer que éste es inferior a Dios?". Vale la pena echar un vistazo a las diferencias entre el diablo que siempre ha expuesto el cristianismo y sus diferencias con el Satán del satanismo.
Primero que nada, si bien la entidad conocida como "Satanás" está arraigada a las tradiciones judeocristianas dado que justamente "Satán" deriva del hebreo "Ha-Satan", el satanista apela directamente a la etimología de la palabra (Ha-Satan = opositor/cuestionador) y no enteramente a la creencia cristiana en sí.
El cristianismo plantea a Satán de la siguiente manera:
- Como el detonante de una batalla espiritual entre "bien y mal", en donde Satán busca ganarse para sí a la mayor cantidad de almas posibles a través del pecado y convencerlos de que Yahvé es un "mal gobernante"
- Como aquél que busca "usurpar el lugar de Dios" en el corazón del hombre para así ser venerado (todo ello pese a la ironía de que Satán odia a la humanidad).
- Como un Satán derrotado desde el momento en el que fue expulsado del Paraíso, y por consiguiente, inferior a la deidad cristera.
El satanismo plantea a un Satán muy diferente con las siguientes afirmaciones:
- No hay tal cosa como una guerra espiritual entre el bien y el mal. ¿Cuál es el sentido de hacer la guerra a un ente que supuestamente es "todopoderoso"?
- A Satán no le interesa tu alma en absoluto y mucho menos intenta convencerte de darle la razón como acto de desobediencia, por lo que el calificativo de "padre de la mentira" es un absurdo.
- A "nuestro Satán" le interesa que pienses por ti mismo y que te liberes de voluntades ajenas a tu propia voluntad, pues su promesa en el Edén fue la de hacer del hombre su propio dios.