CUANDO MORÍ


Anton Szandor LaVey ©1995

Morir ha sido la experiencia más memorable de mi vida. El 22 de febrero de 1995, de repente y sin previo aviso, dejé de respirar mientras terminaba la cena. Parecía que había muerto. De hecho, yo había muerto. Blanche de inmediato comenzó a administrarme RCP, mientras un amigo llamaba al 911. El departamento de bomberos llegó, Junto con la ambulancia y procedió a resucitarme, con descargas eléctricas y otros procedimientos. Yo sólo había estado muerto poco tiempo, pero sin embargo, clínicamente muerto. Después que la semblanza de vida volvió, no sentí ninguna sensación de alivio. De hecho, no sentía más que antes de morir. No sentía nada. Ni siquiera sabía que había muerto hasta varios días después, en el hospital, cuando me informaron del incidente. Alguien me dijo: “Usted murió”. Mi respuesta fue: “Que me parta un rayo!”.

En ese momento, todo esto era desconocido para mí, había estado conversando con el personal del hospital durante varios días acerca de muchas cosas sin relación, pero la muerte no era una de ellas. Sin embargo mi discurso era fantástico, era coherente y articulado. No hablaba como un hombre que había regresado de un encuentro con la muerte, más bien como uno que estaba de crucero o en Las Vegas.

Recuerdo experimentar absolutamente nada en el momento de mi muerte, ni nada hasta que recuperé mi proceso de pensamiento normal en el hospital. No hay luces al final del túnel. No hay exhalación profunda. No hay orgasmo. No hay sensación de liberación, ni relajación. Es como ir a la cama y tratar de describir el momento en que te duermes. Uno dice: “Me siento dormido”, no “Recuerdo conciliar el sueño".

Después de la gravedad del asunto, al que había estado sometido, un fenómeno notable, que no se encuentra normalmente en la vida cotidiana. Más tarde, pude aprovechar mi experiencia. Yo había comenzado mi propia religión y a diferencia de todos los mesías del pasado, había evidencia clínica de mi muerte y resurrección. Mi pensamiento inmediato fue, “¿Qué experiencia? La experiencia, la experiencia… -no recuerdo ninguna experiencia sinceramente”. Yo sé lo que mi consejero debió haber estado pensando. “¿Qué te pasa? Debes inventar una buena idea. Piensa en algo profundo. Yo”.

Por mucho que quisiera, ni siquiera puedo recordar los detalles de los acontecimientos que llevaron a mi muerte. Todo lo que sé, ha sido relatado por otros. No se como sí aún recuerdo las sensaciones o acontecimientos inmediatamente anteriores a la muerte. Las acciones en general que conducen al evento, son borrosas, al igual que la mayoría de las actividades al principio del día. Un colchón de memoria parece dominar sobre todo el día, tanto como una falta de conciencia varios días después de mi regreso. No tengo memoria del todo, lo que pasaba es ennegrecido como en medio de una frase, o un espasmo mientras trato de tragar. No hay sorpresas o desviaciones de lo que me pasó o estaba haciendo en ese momento. No hay recuerdos de perder el conocimiento, ver cosas borrosas, falta de aire, extrañas formas que aparecen. Sonidos inusuales –o ningún sonido.

Si en la experiencia de la muerte lo que buscan es algún tipo de evento importante, me temo que están perdiendo su tiempo esperando el Cielo o el Infierno, o nada, o el ofrecimiento de una vida futura.

Se puede decir que en lo que a mi cuenta, se basa en mi falta de fe. Y si yo creyera, las cosas hubieran sido diferentes. Para eso, puedo responder que yo quería creer; para poder ver el futuro, visitar a mis amigos del pasado, torturar mis enemigos, y alcanzar ciertos lugares. Voy a tener que verlo. Tal vez la próxima vez.

Anton Szandor LaVey ©1995
The Cloven Hoof #130 ©1998