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UNA LECCIÓN DE LOS ESTOICOS: PENSAR “POSITIVAMENTE” NUNCA TE LLEVARÁ AL ÉXITO

En el último medio año ciertos medios han prestado una atención especial al estoicismo, una escuela filosófica con casi 2 mil años de antigüedad cuyos integrantes se preguntaron qué hace virtuosa a una vida. Personajes en apariencia tan disímiles como Séneca y el emperador Marco Aurelio fueron algunos de los filósofos más destacados de esta forma de pensamiento.



Entre otras respuestas los estoicos encontraron que la virtud de la existencia no puede alcanzarse si se ignora la adversidad propia de la vida, y es posible que, paradójicamente, por ese motivo la filosofía estoica cause tanta admiración en nuestra época.

En efecto: culturalmente, nuestro presente proviene de un par de décadas en las que se insistió hasta el exceso en pensar “positivamente”. El llamado “optimismo” se erigió como una especie de obligación de ser feliz, un imperativo que si ya parecía sospechoso por sí mismo invitaba aún más al escepticismo por esa evasión patológica --que lo caracterizó-- de todo lo negativo de la vida. “No te preocupes: sé feliz”, cantaba Bobby McFerrin a punto de entrar en la década de los 90, un estribillo que se repitió de otras maneras en muchos otros ámbitos de la cultura de finales del siglo XX, la época de la “euforia perpetua” según la caracterizó Pascal Bruckner, cuando se instó a esconder debajo de la alfombra de la vida estados de ánimo como la tristeza, el enojo, la decepción o el fracaso.

Ahora, sin embargo, parece que el mundo está redescubriendo el valor de lo negativo en la vida, desde una postura que coincide con la de ciertas premisas estoicas. En especial, parece que después de un par de décadas de vivir en el ensueño de la inmediatez y la facilidad hay quienes se están dando cuenta de que la vida, después de todo, no es precisamente un ready-made, que no es posible vivir sin pagar el precio ni tomar decisiones sin enfrentar las consecuencias de ello, que es mejor aprender de las adversidades que intentar evadirlas, y otras ideas de ese tipo que ya se encuentran en la filosofía de los estoicos.

Entre las varias expresiones de esta tendencia destaca la de Ryan Holiday, un joven escritor de trayectoria singular pues, además de ser un colaborador habitual del New York Observer, fue director de marketing de la marca American Apparel. Holiday, además, recientemente publicó The Obstacle is the Way: The Timeless Art of Turning Trials into Triumph, un libro sobre la filosofía de los estoicos proyectada sobre uno de los mayores lastres de la actualidad: la angustia por el éxito.

Como sabemos –si es que nos hemos dado cuenta de ello– en las sociedades contemporáneas vivimos sumergidos en una obsesión por alcanzar el éxito, la cual, aunque sembrada desde fuera, nos la hemos apropiado, al grado de convertirla en un mandato que nos esforzamos por obedecer aunque ya ni siquiera sabemos quién nos lo impuso.

El problema, sin embargo, es que en el modo de vida auspiciado por el capitalismo dicho éxito nunca se alcanza realmente. Siempre hay más por hacer, más dinero por ganar, más mercancías por consumir, más puestos de trabajo hacia los cuales escalar, etc. Y esa es la fuente de la angustia, pues el ser humano se encuentra entonces entre una obligación que lo lleva hacia algo que es por definición inalcanzable y quizá incluso inexistente o imposible.

En este contexto, Holiday retomó el pensamiento de los estoicos para sugerir una posible salida al laberinto pesaroso de esta angustia: encarar la adversidad para encontrar el sentido que tiene dentro de nuestra propia existencia. En otras palabras, tomar cada “fracaso” no como tal sino como un hecho derivado de las circunstancias de nuestra vida, de nuestras decisiones y de nuestras omisiones.

¿Cuál es la ventaja de este cambio de perspectiva respecto de los “fracasos”? Entre otros, que así podemos deshacernos, poco a poco, de un término que proviene desde el exterior y que tiene implicaciones concretas. Fracasar, para muchos, implica sufrimiento, dolor, tristeza, miedo y, por encima de todo esto, inmovilidad. El fracaso paraliza porque se experimenta como algo que no se entiende, en buena medida por el origen mismo de la noción: ¿cómo entender algo que ocurre dentro del marco de nuestra existencia con una categoría tan general concebida en el exterior?

Entender el fracaso como un hecho de nuestra vida nos plantea otro tipo de obligación o, mejor dicho, de responsabilidad, y no para con un sistema o un agente exterior sino simplemente para con nosotros mismos. Abrazar las experiencias adversas como parte de nuestra vida y, en especial, de nuestra formación como personas; discernir qué de esa adversidad podemos resolver y qué escapa a nuestro margen de acción.

Aceptar, como los estoicos, que la vida siempre ha tenido sus adversidades y que ante éstas lo verdaderamente importante es responder a esas circunstancias, hacer algo respecto de nuestra propia existencia.

via

EL ÁNGEL REBELDE




EL ÁNGEL REBELDE

Satán es la alegoría del ángel rebelde que hizo de la duda su emancipación del reino soso de dios, convirtiéndose en el antagonista de lo que el viejo dios representa: el dogma, la fe ciega, la mentira, la imposición, la censura, la ignominia y el oprobio.

Satán por excelencia representa la naturaleza divina del animal humano, es decir la conciencia de la carne; rechazamos la idea del viejo dios y en su lugar deificamos nuestra condición de animales racionales de conciencia volitiva.

Nosotros somos quienes portamos con orgullo el estigma del diablo, quienes hacemos de su nombre estandarte fiel de nuestra filosofía y proceder en la vida, nosotros sabemos que ser antimente es ser antivida.

LA POSIBILIDAD DE UNA VIDA DESPUÉS DE LA MUERTE


LA POSIBILIDAD DE UNA VIDA DESPUÉS DE LA MUERTE
Ashmeday Ben-Shakhar,4-12-1997e.c. (XXXII a.s.)

En la Biblia Satánica, Anton Szandor LaVey considera la posibilidad que el ego de una persona que haya disfrutado de nuestro mundo material a plenitud y que haya luchado hasta el fin para permanecer con vida, puede negarse a perecer junto con el cuerpo físico y seguir existiendo de manera independiente.

Sin embargo, muchos seguidores de Dr. LaVey creen, como buenos ateos, que no hay ninguna vida después de la muerte.

Pero, por otro lado, también hay miembros y simpatizantes de la Iglesia de Satán que no niegan la posibilidad de una existencia más allá de la muerte física, tal como se expone en la Biblia Satánica. Éstos consideran que el ego no es más que un campo energético producido por el cerebro y que una persona inteligente y orgullosa de si misma (que busca siempre su satisfacción física, intelectual y emocional, y que desarrolla al máximo sus talentos) posee un campo energético lo suficientemente fuerte como para poder sobrevivir la muerte del cerebro que lo creó.

Algunos van más lejos aún y no descartan la posibilidad de la reencarnación (que en la Biblia Satánica se considera más bien como una fantasía perjudicial), afirmando que esos hipotéticos campos energéticos podrían tener la capacidad de alojarse en un cuerpo nuevo luego de haber perdido su cuerpo original.

A modo de conclusión se puede afirmar que la existencia o no de una vida después de la muerte no suele ser uno de los temas principales que más preocupen a los Satanistas, debido a que no influye en nuestra manera de vivir (a diferencia de las religiones "normales", donde es uno de los puntos centrales); ya que un Satanista siempre intentará llevar una vida placentera y productiva independientemente de sus ideas sobre la vida de ultratumba; porque si no cree en ella, es lógico que intentará entonces sacar el mayor provecho posible de esta vida terrenal (que para él es la única); y sí considera posible una vida después de la muerte, supondrá que ésta sólo se puede alcanzar si se ha vivido como un auténtico Satanista.

Yo, por mi parte, pertenezco más bien al bando de los que piensan que un ego elevado puede seguir existiendo aún luego de la muerte.

¡Ave Satan!

LAS ONCE REGLAS SATÁNICAS DE LA TIERRA




Anton Szandor LaVey ©1967

I. No des tu opinión o consejo a menos que te sea pedido.
II. No cuentes tus problemas a otras personas, a menos que estés seguro que quieran oírlos.
III. Cuando estés en el hábitat de otra persona, muestra respeto o mejor no vayas allí.
IV. Si un invitado en tu hogar te enfada, trátalo cruelmente y sin piedad.
V. No hagas avances sexuales a menos que te sea dada una señal de apareamiento.
VI. No tomes lo que no te pertenezca a menos que sea una carga para la otra persona y esté clamando por ser liberada de la misma.
VII. Reconoce el poder de la magia si la has utilizado con éxito para lograr tus deseos. Si niegas el poder de la magia después de haberla utilizado con éxito, perderás todo lo que has conseguido.
VIII. No te quejes sobre algo que no tenga relación contigo.
IX. No hieras niños pequeños.
X. No mates animales no-humanos a menos que sea en defensa propia, o para alimentarte.
XII. Cuando camines en territorio abierto, no molestes a nadie. Si alguien te molesta, pídele que se detenga. Si no lo hace, destrúyelo.