Anton Szandor LaVey
En La Biblia Satánica se presentaban algunos ejemplos de cómo el cristianismo moderno se está modificando a sí mismo para ir al mismo paso que los avances diabólicos. Ya es hora de reconocer otra manifestación de dichos cambios. Muchos de ustedes estarán familiarizados con el concepto que maneja el Satanismo, identificando a la TV como el nuevo Dios (En el pasado, la iglesia era quien dictaba a la gente lo que debían y no debían hacer; si bien han perdido mucho de su poder, hoy en día son los medios de comunicación los que se encargan de dictar las pautas y normas de conducta, qué es lo que debes y no debes hacer, la manera correcta de vestirte, qué decir, cómo pensar, cómo ser aceptado en la sociedad, etc., si no tienes la ropa de moda o el peinado de moda, no eres nadie, no estás "in", sino "out", "fuera"... (¿Fuera de qué, exactamente?) Sin embargo, hay algo de lo que mucha gente no se da cuenta —la televisión es el terreno donde hay mayor infiltración de la nueva religión Satánica.
El nacimiento de la TV fue un evento en verdad mágico, premonitorio de la importancia Satánica. La primera transmisión comercial por TV fue emitida en la noche de Walpurgis (Walpurgisnacht), el 30 de abril de 1939, en la Feria Mundial de Nueva York (la ciudad gris de negros edificios trapezoidales). Desde entonces, la infiltración de la TV se ha dado de una manera tan gradual, tan completa, que nadie se dio cuenta. La gente ya no necesita ir a la iglesia; la moralidad es dictada por la TV. Lo que alguna vez comenzó modestamente como una antena en forma de orejas de conejo encima de los aparatos de TV, puede verse hoy en día en la cima de muchas edificaciones, satélites y antenas parabólicas dominando el espacio aéreo, reemplazando las cruces que antaño campeaban en las torres de las iglesias. El aparato de TV, es decir, el nuevo altar Satánico de las familias se ha implementado con el tiempo; de una mesita para el TV, pasó a los "centros de entretenimiento" que suelen cubrir toda una pared de la sala o cuarto de estar, con parlantes, videocasetera, etc., etc... Lo que alguna vez comenzó como una distracción inocente más en la vida cotidiana, se ha convertido en el reemplazo de la vida real para millones de personas, una verdadera religión de (y para) las masas.
La sociedad consumista en la cual vivimos es una extensión de la sociedad que fue una vez gobernada durante muchos siglos por la religión. En lugar de obedecer a la santa biblia, al bien o al mal, la publicidad que vemos a diario en TV nos instruye y adoctrina, enseñándonos qué es lo que debemos y no debemos comprar. Cuando los dictámenes de las escrituras estaban de moda y eran aceptados como La Palabra, no se toleraba el Ateísmo. Ahora, gracias a la infiltración Satánica, podemos decir sin miedo "No creo en Dios". Pero la herejía moderna —esto es, no conformarse con el estilo de vida promulgado por la TV, ni aceptar las verdades de la televisión —es propensa a ser condenada y castigada con más entusiasmo santurrón que nunca.
El clero de la TV-religión son los personajes de la farándula, y en especial los presentadores de noticias, que desde sus púlpitos de rayos catódicos predican La Palabra noche a noche. Los presentadores de noticias de las grandes cadenas de televisión son los Sumos Sacerdotes y Sumas Sacerdotisas del Satanismo, que inclinan las mentes de los televidentes a las necesidades del mercado de consumo. Los presentadores de noticias locales son los curas de parroquia, que comentan, satirizan, engrandecen y solemnizan las últimas tragedias locales. Las celebridades, ya sean locales o nacionales, también son parte de la jerarquía de la iglesia, auténticos monjes de hábito. Por ende, no es comprensible por qué la gente se escandaliza cuando ve a uno de estos Sumos Sacerdotes llegando en largas limosinas blancas al lugar de la tragedia de turno para cumplir con su deber. Al fin y al cabo, son algo así como la Realeza, y debería dárseles los mismos privilegios que un Papa, Cardenal o arzobispo —de hecho, creo que algunos tienen los mismos privilegios.
No hay manera por la que una persona pueda sustraerse de la religión si vive en un ambiente religioso. Comedias, series, dramas, telenovelas son emitidas día y noche siete días a la semana, para activar y reafirmar los estilos de vida de los parroquianos, ocupando el mismo lugar que sólo tenían los fanáticos que rezaban a diario el rosario. Las masas solo dedicaban un día, el domingo, al Dios cristiano.
El nuevo libro sagrado es la "TV Guía". Las revistas de farándula y los periódicos amarillistas dictan las instrucciones para llevar una vida piadosa. La devoción a la TV se ha vuelto tan intensa que incluso las películas para la pantalla grande son presentadas en el mismo estilo cortado de los medios de información.
Mientras aumenta la estratificación Satánica (asistida por la diabólica máquina), uno de nuestros objetivos es el de desarrollar un sistema gradual para llegarle a la gente según su estilo de vida. Podemos identificar y clasificar varios tipos de personas directamente proporcionales a su influencia y saturación por parte de la TV. En el nivel más bajo encontramos el Espectador Consumado, en el nivel más alto está el Artista Consumado —el proveedor de estímulos por excelencia. Contrario al sistema cristiano de valores, una persona que hace algo para mejorar y perfeccionar un talento o habilidad debería considerarse como alguien más evolucionado que la mayoría. Alguien que pasa su tiempo libre haciendo cosas útiles, debería recibir respeto y apoyo directamente proporcionales a qué tan productiva sea su actividad, qué tan solitaria es esta, y qué tan beneficiosa sea.
El teleadicto vive su vida por y para la televisión. Como un fanático religioso, sigue con atención todo lo que le ofrecen los medios y no considera necesario saber algo más. Muchos teleadictos no están contentos con guardarse su conocimiento para ellos mismos y quieren obligar a otros a escuchar su ingenio de esclavos. Son comparables a los zelotes que cargan el Buen Libro bajo el brazo a toda hora, predicando la Palabra del Señor a todas y cada una de las personas que se encuentran.
En el siguiente nivel encontramos el adicto-al-sofá, tan conocido por todos. Un impenitente televidente, que tiene la TV encendida todo el tiempo, como si fuese un papel tapiz parlante. Tal vez tenga varios televisores encendidos al mismo tiempo en más de una habitación de su casa. Es similar al buen lector que tiene su biblia al alcance de la mano en cualquier parte de su casa; en la sala de estar, en su mesa de noche, en la cocina, junto al inodoro. Aunque no es tan evangélico como el teleadicto, el adicto-al-sofá rara vez se encuentra fuera del alcance de los rayos de un monitor de TV.
El siguiente en la lista es el cristiano ocasional que ve TV con una frecuencia regular. Si bien es cristiano, está influenciado por la televisión y no puede, o mejor dicho, no buscará algo que se halle fuera de los parámetros establecidos por los medios. Sus párrocos son los presentadores de noticias locales; son lo que podría denominarse "los verdaderos creyentes".
Finalmente, hallamos a los profesionales ubicados en el último nivel de este espectro religioso, y debido a la naturaleza de sus trabajos, se dan cuenta de qué es lo que debe hacerse para mantener el estatus otorgado por sus profesiones u ocupaciones. A semejanza de los jerarcas del Vaticano, jamás creen en lo que están diciendo.
Una vez que la mente de un Satanista haya asimilado que la TV es un proponente factible del Satanismo en su forma más práctica, lo más probable es que quiera apartarse de la línea de fuego, como el sacerdote jesuita, el pastor o rabino que, en su fuero íntimo, no acepta todas las reglas con las que amonestan a sus feligreses para que se adhieran a ellas.
El clero inferior puede negar la verdad sobre el complot diabólico tras la televisión, pero ya lo hemos identificado. Será imposible disipar las equivalencias que he expuesto. Cada vez que reporten más histeria Satánica, habrá algo que les zumbe en el cerebro, más aun sabiendo que los consideramos Sacerdotes del Satanismo. En el futuro, no hará más que influenciar un poco en su actitud, sus actos y su conducta hacia nosotros.
The Devil's Notebook ©1992