EL PRINCIPIO DE CERRADURA DE COMBINACIÓN


Anton Szandor LaVey

La Magia es como una cerradura de combinación. Si cada número encaja, se abre la cerradura. Su apariencia física puede ser idéntica, pero la combinación de números necesarios para abrir la cerradura varía en cada una.

Lo mismo sucede con los trabajos mágicos y quienes los llevan a cabo. Las metas pueden parecer idénticas en naturaleza, y los magos pueden parecerse tanto en entrenamiento como en características exteriores, pero la semejanza para allí.

Nadie puede enseñar a otro una combinación propia, ya que ésta no funcionaría. Cada persona posee sus propias inclinaciones, su propia Gestalt, y como tal debe hallar lo que funcione mejor para sí. En una combinación que lleve a resultados positivos no hay nada intrínsecamente esotérico, a menos que uno considere esotérico el guardar el secreto de la combinación, ya que eso es lo que significa literalmente la palabra esotérico. Si ha de conocerse la verdad, la Magia Mayor (o ceremonial) no es más que una manera de formalizar actos que, si se llevasen a cabo sin ornamentos ritualísticos, no llamarían en absoluto la atención. Por esto es necesaria una cámara ritual; para hacer que el practicante se sienta como un mago, intensificando así la conciencia de su propio potencial, (si es que hay tal). Una vez que uno entiende su propio potencial, el respaldo ofrecido por la cámara ritual puede hacerse superfluo. Es sólo entonces cuando uno puede aspirar a hallar lo que necesita... la Combinación.

Los conceptos espaciales contribuyen a la combinación con tres dimensiones. La cuarta dimensión existe en el tiempo. Si las otras tres dimensiones están alienadas en la combinación correcta, entonces puede obtenerse la cuarta. Todos los fenómenos “supernaturales” ocurren dentro de la cuarta dimensión, de allí que en cada caso, para que tengan efecto sobre dichos fenómenos, las fronteras físicas o espaciales de las tres dimensiones deben estar presentes en una combinación apropiada.

Toda ocurrencia sucede en algún lado. Es ése “algún lado”, en combinación con la actitud del mago sirviendo como catalizador, lo que hace que ocurra. Ese “algún lado” no tiene que ser necesariamente un lugar específico, sino que puede ser campos, colinas, bosques y ríos, así como estructuras.

Así como un arcoíris está compuesto por armonías de luz, es “algún lado” relativo a nuestro punto; aunque entrásemos en su campo aparente, éste ya no existiría visiblemente. La única manera de ver un arcoíris es desde lejos - sin embargo existe. La fábula del arcoíris, con la vasija de oro esperando en la base, es la historia del desengaño y la ilusión del hombre. El mago debe darse cuenta que su búsqueda no termina en la base del arcoíris - debe omitirla y buscar por ése “algún lugar” sobre el arcoíris. No existe una guía para tal búsqueda. La combinación necesaria para un trabajo controlado debe ubicar al mago no sólo en lugares diversos, sino en actos y posiciones distintas. Puede que necesite leer cierto libro a cierta hora y en cierto lugar. Cada acto activa un tambor en la cerradura de combinación.

¿Cómo hace uno para descubrir ésas combinaciones? Uno no las descubre. Son ellas las que lo encuentran a uno, si uno responde a su apariencia. La sensibilidad es esencial. Mientras más busques, menos hallarás. “Buscad y hallaréis” es una babosada tan falsa como “la verdad os hará libres”. Uno puede buscar hasta agotarse y muchas veces, si uno no tiene la sensibilidad suficiente para reconocerlas cuando se halla frente a ellas, pasa por alto las respuestas. La “verdad” puede gritarse desde mil techos, y a menos que sea conveniente escucharla, siempre caerá en oídos sordos.

Pareciera que los actos más profundos de magia pasan “por casualidad”. Esto se debe a que las circunstancias que los posibilitan pasan desapercibidas. La clave es reconocerlas. ¿Cómo puede uno reconocer tales combinaciones cuando se es ciego a los actos y motivos más obvios? ¿O amenazado por los éxitos de otro, cuando para convertirse en mago el propio ego debe ser fuerte y seguro?

El optar por no reconocer es una buena táctica para dejar que las cosas más importantes te pasen por delante. Puedes conseguir la paz mental, pero no tendrás otro logro importante. Si la paz mental consiste en alcanzar ciertas metas, la paz mental alcanzada mediante la insensibilización ante lo obvio es trágicamente efímera. Un fracaso esencial puede hacerte más proclive a la ignorancia. Entonces, aunque parezca contradictorio, la ignorancia se convertirá en tu única salvación, tanto intelectual como emocional. Si hablamos de la religión organizada, los paralelos a la afirmación anterior deberían ser ampliamente evidentes.

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