Robert Lang
¡Cómo se atreven, hombres de éste mundo, a llamarme “carnicero”! Ustedes, que permitirían a
la escoria que pisan, que trepe por sus piernas y se apodere de sus patéticas
vidas. Que dejan que sus hijos sean masacrados y que el asesino ande suelto!
Que permiten que violadores y ladrones recorran sus calles! Oh, cómo los ahogaría
si no se intoxican ya con todas las toxinas y la basura que les rodea. ¿Cómo se
atreven a acusarme de Injusticia? Yo, el Príncipe Vlad Dracul de Valaquia, que fui el más Justo de todos!
En mi mundo, del cual tanto dicen haberse alejado y haber
progresado... ja! ¿Qué saben ustedes de justicia? Veo las soluciones y los
problemas con su justicia y esos criminales. Sus apologistas, —qué música tan
enfermiza tocan —que se arrastran a los pies de quienes gozarían viéndolos
sufrir y servir. ¡Qué patético! Alimenten a sus enemigos, engórdenlos,
mándenlos a clases. Eso es lo que les han dado a esa escoria humana! En mis
días, mis enemigos nunca se habrían convertido en un brillante ejemplo para
otros por su cacareada "rehabilitación"; un ejemplo quedaba mejor
ensartado en la punta de mi lanza, para que todos pudiesen ver a qué fin los
había llevado su villanía.
Ustedes hablan de plagas, que sirven para prevenir la
sobrepoblación y la hambruna, y sin embargo continúan avivando el fuego de su
propia destrucción manteniendo a las naciones que han sido desplazadas por las
leyes de la naturaleza. ¡Que así sea! Mi gente tuvo la plaga, ustedes tienen
estas cosas que llaman cáncer, SIDA y otras palabras más extrañas de las cuales
jamás había escuchado, y se empeñan en tratar de curar los monos y las ratas.
¿Por qué? Tienen cantidad de personas que se ofrecerían voluntariamente para
ayudar a ponerle fin a este sistema de cosas.
¿Por qué dejan que los asesinos proliferen y florezcan
dentro de las paredes de una cárcel? Esa sí que es una plaga, una enfermedad
mental y corporal de una raza que ha perdido todo contacto con su propia
nobleza. Dejan que se les patee y se les trate como a un Perro! Y sin embargo,
mi perro tiene más nobleza y honor y muestra un poco más de amor a la vida que
ustedes.
Hago un llamado a todos aquellos que serían merecedores
de un lugar en la Orden del Dragón. Reclamad la majestad de mi Reino! Traed la
justicia de regreso a sus tierras! Entended que la venganza es una causa noble,
y que la venganza tiene tanto que ver con la justicia como una madre cuando
alimenta a su hijo. Tratad sin piedad a vuestros enemigos, y pronto os daréis
cuenta que vuestros seres queridos podrán recorrer las calles una vez más, sin
temor a que alguien les quite la vida. Estad atentos, y haced cuanto podáis
para desacreditar a esos apologistas quienes dejarían que esta plaga acabase
con todos vosotros. Ellos son los verdaderos carniceros, no Yo! En mis tiempos
no se tendrían tantas dudas. ¡Mi justicia prevalecería! Su estupidez pronto
vería su prisión terrena colgando a la luz del atardecer. Y mientras termino,
hago un alto y siento algo. Escuchad aullar al viento que corre entre mis
esqueléticos despojos... qué dulce música hace!
Larga Vida al Dragón
Este artículo apareció en "The Black
Pun-kin".