TIEMPOS DE OSCURIDAD
David R. Ondrejko, aka
VonDraco
No importa qué tan rápido viaje
la luz, siempre encuentra la oscuridad, esperando por ella. En décadas
recientes, las religiones “basadas en la luz” han experimentado un
crecimiento sin precedentes. Las creencias que eran consideradas antes como
exóticas y “ocultas” han sido transformadas en corrientes principales de
pensamiento. Por lo menos, las que se orientan por el lado “derecho” de
las cosas, es decir, las que basan su trascendencia en la elevación del
espíritu.
Acechando en las sombras,
creciendo lenta y firmemente, y esperando su momento de salir y revelarse al
populacho, han estado las que se decantan por la “vía de la mano izquierda”
o “sendero siniestro”. Aquellos cuyas creencias y prácticas no son los
suficientemente aceptables para nuestra sociedad moderna. Ni siquiera es
aceptable para aquellos que se encuentran y/o identifican en el “camino del
mal”, ésos que se visten de negro, usan pentagramas “invertidos” y
escuchan Heavy Metal, quejándose a quien quiera escucharlos sobre su situación
en la vida, aunque no hagan ningún esfuerzo para cambiarla!
Aquellos que tienen este tipo de
creencias se llaman a sí mismos por el nombre del Príncipe del Mal...
Se llaman a sí mismos Satanistas. Todo este conjunto de sistemas de creencias
se ha desarrollado y multiplicado más rápido que conejos en época de cría. Los
seguidores de la oscuridad han estado haciendo lo mismo, ocultos para la
mayoría, formando sus propias sectas y órdenes y lo que sea, aunque no de la
misma manera que sus “colegas”. El LHP (Camino de la Mano Izquierda)
se ha poblado de luchas internas, herejía, puñaladas por la espalda, etc. El
RHP (Camino de la Mano Derecha) también ha tomado parte en esto, aunque
la táctica principal entre esta especie es la de acusar a sus enemigos de
pertenecer al LHP. Unos pocos de la izquierda acusan a los de la izquierda de
pertenecer a la derecha y viceversa —aunque no es tan común como ustedes
podrían pensar.
La oscuridad está creciendo, y
los hijos de la oscuridad se revelan por sí mismos -y a sí mismos. A pesar de
que el admitir que: “soy un satanista” era, hace unos pocos años, igual
a admitir las cosas más viles y desagradables que los medios aún emplean para
acusar a los seguidores del Príncipe Rebelde, hoy es... bueno, para
la mayoría aún es más o menos la misma cosa. Especialmente para aquellos que
creen en los medios de comunicación (o sus ministros) sin cuestionarse.
Pero ahora hay un despertar. Cada
vez más y más gente está comenzando a desconfiar de los medios de comunicación
organizados, la religión organizada y la política organizada (si es que quieres
llamar “organizado” a ese circo). La palabra “Satanismo” ha sido
utilizada y restregada tanto, que ya la mayoría se ha acostumbrado a ella, y
han comenzado a preguntarse qué es en realidad. Después de todo, al no tener
ninguno de estos cultos de asesinos rituales en su ciudad (porque lo tendrían,
si estuviera tan extendido como los títeres de los medios se la pasan diciendo)
es tal vez porque no se les está diciendo toda la verdad que se oculta detrás
de ello. El público se está acostumbrando a la idea de que sus políticos, sus
medios de comunicación, sus líderes cívicos a veces les mienten. Si sólo más de
ellos comenzaran a aplicar esta misma duda cínica a sus iglesias, el mundo se
convertiría de la noche a la mañana en un lugar más agradable para vivir. Los
Satanistas salen del trabajo. Son tus amigos, tus vecinos, tus banqueros, tus
políticos... hasta de repente tus esposas y esposos, o tu padre y madre.
Piensen en ello! Muchas de las
personas hoy en día, son oponentes entusiastas del decadente movimiento que
comenzó como un movimiento subversivo judío y se ha metamorfoseado desde
entonces en la institución más despreciable que el mundo haya conocido. Así
que, cristianos y religiones por el estilo, quedan advertidos! Somos
Satanistas, nuestras costumbres y pensamientos no son iguales a los de ustedes.
Sus conceptos de “ética” y “moralidad” nos son extraños. No
esperen que “juguemos limpio”. No sólo no estamos jugando con reglas
distintas, sino que jugamos un juego totalmente distinto. Un juego que siempre
ganamos.