RELACIONES DESTRUCTIVAS Y EL JUEGO DE LAS ADICCIONES


AMOR SATÁNICO (Parte II)
RELACIONES DESTRUCTIVAS Y EL JUEGO DE LAS ADICCIONES
Alberto A F. Reyes

La adicción a las peleas dentro de una relación es uno de los grandes problemas que toda pareja deberá en alguna etapa de la vida confrontar, esta adicción nace del instinto innato de defender tu postura aun cuando sabes que no tienes razón de hacerlo, y digo sabes porque en muchas ocasiones uno mismo cae en cuenta de que no tiene la razón en la postura que toma y aun así se vuelve un defensor totalitario de su mentira.

Cuando una relación se ha vuelto inestable por su nivel de atención en cuanto al hecho de pasar peleando la mayor parte del tiempo, sin duda se vuelve una relación altamente destructiva encaminada a una no tan extraña adicción a estos confrontamientos, digo no tan extraña porque estos comportamientos no son ajenos a nadie, la clave está en saberlos manejar o simplemente ser parte del juego.

Al igual que aquello que nos da placer se vuelve adictivo también lo que causa dolor lo es por tanto vale cuidarse de caer en estos círculos viciosos.

La clave aquí es hacer un profundo análisis de la forma de funcionamiento que hemos adoptado cuando se cae en cuenta de que la relación ha perdido su carácter sano para volverse enfermiza y contraproducente.

Hace falta de un gran trabajo emocional y una gran disposición por ambas partes de la pareja para aceptar y reivindicar su relación.

En este sentido tenga usted en cuenta que para que exista una discusión debe existir un detonante, regularmente los detonantes son de carácter repetitivo y es fácil identificarlos cuando se ha caído en cuenta y se quiere cambiar el modelo de funcionamiento que se trae.

La estructura de esta forma de funcionamiento en que las peleas son parte de la cotidianeidad se puede describir en lo siguiente: una provocación, un detonante, dos imbéciles dispuestos a pelear, una riña, un digno y un indignado.

Cabe mencionar que de ambos involucrados tienen poco que ver con la palabra dignidad puesto que el que se hace el digno poco la conoce al aceptar una pelea, iniciarla o terminar hiriendo. Y el indignado la perdió cuando inició la discusión, cuando decidió darle entrada a esta discusión o cuando la perdió.

Aquí la clave no es saber quién tiene la razón ni justificar el proceder propio si no de tomar cada uno su parte de la responsabilidad que tiene y estar dispuesto a confrontar el círculo vicioso que se trae por forma de funcionamiento.

Hace falta de una gran disposición a realizar un trabajo emocional para que una relación no caiga en estos juegos o si cae que salga de ellos y solamente las parejas que asumen su responsabilidad y se muestran dispuestas al cambio recíproco son las parejas que valen la pena. Por tanto, las que realmente conocen que es el verdadero amor.

El amor es una lucha constante de crecimiento en la individualidad y en la reciprocidad con el otro y quien está dispuesto a esto sabe que no es un camino fácil pero que si se quiere lo suficiente al otro vale más que la pena reivindicar el camino. Y este trabajo emocional debe ser siempre recíproco, solo de esa forma funcionan las cosas.

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