LAS BRUJAS


Son parte de uno de los mitos más engranados en el imaginario humano. Mujeres que supuestamente contaban con poderes mágicos surgidos de una extraña relación con el inframundo. Las brujas, cuenta la leyenda, aprovechaban esos poderes para hechizar, maldecir, subyugar o seducir a sus vecinos. Con la ayuda de pociones estrambóticas, las brujas eran capaces de manipular la voluntad de hombres y mujeres. Muchos compraban esos secretos para sacar partida. Sus supuestas víctimas, claro está, no estaban nada contentas. En muchos casos las brujas terminaron en la estaca debido a las denuncias, ciertas o falsas, contra ellas por sus actividades.

Las hechiceras, por supuesto, no tenían poderes mágicos, ni estaban conchabadas con espíritus malignos. En todo caso, eran mujeres que descubrieron sustancias con ciertas cualidades y efectos. Esas eran las “pociones mágicas”, o sea, drogas, que en ocasiones consumían ellas mismas. En otras, se las daban a sus clientes para su propio deleite o para drogar a terceros. Esos eran los “hechizos”. No hay absolutamente ninguna evidencia de que tuvieran poderes extrahumanos, y mucho menos diabólicos. Aun así, la ignorancia es muy peligrosa y la simple sospecha podía llevar a las brujas a la hoguera.


LAS ESCOBAS
Junto con las narices aguileñas y los sombreros puntiagudos, las escobas son acompañantes indispensables de las brujas. Al menos así se les viene representando desde hace siglos. Cada 31 de octubre, millones de niñas en occidente eligen el disfraz de brujita, uno de los más populares. Rara vez no llevan su escoba, sería como ir de pirata sin el parche en el ojo o sin la pata de palo.

Por supuesto no todas las brujas eran iguales. Dependiendo del país o región en el que vivieran, sus características y “poderes” variaban. No obstante, la imagen que tenemos de ellas es bastante parecida en Europa y Norteamérica, sin duda producto de las ilustraciones de antaño, y de las películas de nuestra era. Eso sí, también hay brujas buenas, pero creo que estas son también productos hollywoodenses. Aun así, lo de que utilizaran escobas para volar es tan cierto como que la Tierra es plana, pero sí hay un fundamento histórico que liga a las brujas con las escobas.

¿VOLABAN LAS BRUJAS? DE CIERTA MANERA, SÍ.
A partir del siglo XV hay imágenes de brujas acompañadas con sus escobas, pero no es hasta 200 años más tarde que se les dibuja volando. ¿De dónde salió la idea de las brujas voladoras? Hay una explicación, y tiene que ver con las “pociones mágicas”. 

Entre los ingredientes secretos de los menjurjes brujiles, se han identificado muchas plantas con propiedades alucinógenas. Aparentemente, aquellos trances que las brujas disfrutaban con sus pociones les permitían entrar en otras dimensiones. ¡Eran las drogas!, y no poderes mágicos o siniestros. Esas sustancias naturales bien podían causar efectos alucinantes, como viajes fantásticos; sensaciones extrasensoriales que bien podían ser interpretadas como castigo o premio, según el afectado. 

Una droga bien elegida es capaz de hacernos sentir en el infierno. Hay drogas que hacen sentir al consumidor como que vuela. En dosis moderadas, otras podrían hacernos experimentar percepciones divinas, como el enamoramiento. También sabemos que hay drogas peores que se utilizan para violar a las víctimas del “hechizo”. 

Con los genitales femeninos es donde la cosa se pone interesante.

LAS VAGINAS
Algunas de las hierbas más socorridas por las brujas, como el beleño negro (Hyoscyamus niger, también conocida como “hierba loca”), la mandrágora y el estramonio, podían (y pueden) causar efectos desagradables en los sistemas digestivos al que las ingiriera. Por ello, las brujas buscaban una manera de consumirlas sin que pasaran por la boca y pronto descubrieron que conseguían un mayor efecto aplicándolas en partes más sensibles del cuerpo. Lo más parecido a una aplicación intravenosa.

Ya se habrán dado cuenta que una de esas partes del cuerpo, junto con los sobacos, era la vagina. Los primeros tienen glándulas sudoríparas y las segundas áreas mucosas, áreas muy sensibles. Eran las zonas perfectas para aplicarse los ungüentos “mágicos”, obteniendo un mayor efecto y evitando los daños colaterales. Ahora bien, estando tan vestidas como mandaban los cánones sociales de finales de la Edad Media, era un poco complicado acceder a dichas zonas. Para ello, las brujas tuvieron que buscar un artilugio que facilitara la aplicación.


PALOS DE ESCOBA QUE HACEN VOLAR
Obviamente no sabemos quién fue la primera (o el primero) en utilizar una escoba para untar la poción en las partes nobles. Pero sí sabemos que pronto se volvió una práctica común entre las hechiceras. Era muy fácil untar el palo con el bálsamo, y luego montarse en la escoba. La droga se encargaría de hacer “volar” a la bruja, al menos en su imaginación. Y no me lo estoy inventando. Jordanes de Bergamo, un “experto” en brujería del siglo XV escribía:
“Pero el vulgo cree, y las brujas confiesan, que, en ciertos días o noches, untan un palo o poste y lo montan en dicho lugar, o se untan en los sobacos y en otras zonas peludas”.
BRUJAS, ESCOBAS Y VUELO
Las brujas no eran más que mujeres que practicaban la química. De ahí a que usaran drogas y que utilizaran escobas para untarlas en las partes nobles no hay gran trecho. Los artistas responsables de las ilustraciones con brujas volando, probablemente sólo querían ser discretos. He leído bastante al respecto y parece que es una cuestión zanjada. De cualquier manera, me he quedado sorprendida con el tema. ¿Y ustedes? ¿Qué opinan?


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