A LA IZQUIERDA DE DIOS

Blavatasky ideó su formulación de los dos senderos del ocultismo tomando como base su experiencia como testigo de las tradiciones místicas de la India, que se dividen tradicionalmente en dos clases: el dakshinacara y el vamacara. El dakshinacara corresponde al SMD, y el vamacara al SMI. Sin embargo, existen diferencias esenciales, basadas en la cultura, que hacen que la distinción dualista de Blavatsky no sea válida.


El dakshinacara y el vamacara no son propiamente ideologías diferentes, sino aproximaciones prácticas diferentes, basadas en el carácter del devoto. Aquellos con un temperamento más calmado y pacífico, son llamados pashus, y siguen el dakshinacara enfocándose en la realización de rituales y ceremonias simbólicas; quienes poseen un temperamento más “violento” y “explosivo” son llamados viras (que significa “héroe”; vira comparte su raíz etimológica con la palabra “viril”), y siguen el vamacara. Si bien me referido al carácter de los adeptos del vamacara como violento y explosivo, esto no debe entenderse como un juicio negativo: el SMI no es un sendero de caída en la animalidad, sino un camino que lleva hacia la oscuridad interna, y para romper los tabús y las barreras que evitan que alcancemos estas dimensiones interiores es necesaria cierta violencia y explosividad. Los adeptos del vamacara realizan sus rituales en medio de la noche, utilizando métodos prohibidos para los pashus. En el hinduismo, el dakshinacara es un sendero que lleva a la liberación lentamente; el vamacara busca obtener la liberación en una sola vida, por lo que sus métodos son mucho más directos y crudos que las ceremonias del dakshinacara.



En el hinduismo, el concepto de dharma se refiere a la ley cósmica que el devoto debe obedecer para alcanzar la liberación (moksa) de la rueda de las reencarnaciones (samsara). Tanto el vamacara como el dakshinacara son senderos dhármicos, lo que significa que siguen un camino “correcto” o “válido” desde la perspectiva de la ortodoxia religiosa. Lo contrario sería lo adhármico, que es propiamente aquello que lleva a la degradación del ser humano, como el consumo indiscriminado de sustancias tóxicas. Si bien en occidente podríamos asociar al SMI con corrientes como el satanismo, y por lo tanto con una postura de oposición, debemos

comprender que esta es una apariencia. Mientras que en oriente ambas perspectivas son vistas como igualmente válidas (si bien el vamacara suele manejar dinámicas que la mayoría de las personas encontraría repugnantes), en occidente la esencia del SMI es el desvío.
W. García

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