EL SATANISMO ES RESPONSABILIDAD Y CONOCIMIENTO

 


El satanismo es libertad e individualidad, pero no solo es libertad e individualidad. El satanismo también representa RESPONSABILIDAD, CONOCIMIENTO, entre muchas otras cosas.

Hay quienes se sienten con la audacia de llamarse a sí mismos satanistas cuando inconscientemente siguen atados a aquellas ideas arcaicas en las que delegan sus responsabilidades a entidades externas e imaginarias. Los encuentras en foros satanistas preguntando por oraciones y trabajos, versiones satánicas de cualquier oración cristera para el bienestar, el dinero o el amor. Y más aún, cuando se les cuestiona y se les hace ver que lo suyo aún es sumisión (cualidad contraria a la de cualquier satanista) se indignan y alegan la célebre frase "El satanismo es libertad e individualidad, no puedes decirme cómo vivir mi satanismo". Efectivamente, son cualquier cosa menos satanista.

Si bien, dentro del satanismo, no se debe imponer una norma de conducta específica como tal para el practicante, a nivel filosófico e ideológico sí que hay límites para saber discernir aquello que es satanismo de aquello que no lo es. De otra manera, si el satanismo fuese definido por la simple individualidad de todo aquél identificado con la vertiente, realmente nada definiría al satanismo en su totalidad.

El satanista encuentra su propia libertad al liberarse de las cadenas de la sumisión representadas por todas aquellas deidades externas a sí mismo.

El satanista enaltece su voluntad como individuo al rechazar voluntades ajenas a su propia persona. No hay otro dios para sí mismo que él mismo.

El satanista actúa, no se adorna con frases u oraciones de poder vacías. No hay mérito en enaltecer a un Satán arquetípico si ello no va acompañado de acciones que reflejen la soberanía del individuo.

El satanista se encuentra en constante evolución; es un lobo entre ovejas, pero aún aspira a ser dragón entre serpientes. El conocimiento no tiene límites, por tanto, aspira al mayor de los conocimientos.

El satanista acepta su naturaleza animal sin rechazar al mismo tiempo su potencial divino. Quien rechaza sus instintos tarde o temprano se ve consumido por ellos. El satanista vive en armonía con su propia dualidad.

Noctifer el anticristiano 


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