HORA DE AJUSTAR CUENTAS
Anton
Szandor LaVey ©1992
A menos que lo olvidemos, SATÁN ES EL ACUSADOR, EL CUESTIONADOR, QUIEN DESAFÍA LAS OPINIONES
ENMOHECIDAS Y LOS CONCEPTOS TEDIOSOS. En su senectud, el cristianismo
parece estar sacando todas sus castañas del fuego al crear la cacería de brujas
más irracional que jamás haya habido. La histeria no es solo aconsejada, sino
fomentada. Ciertamente, uno se maravilla de la credulidad incuestionable, no
sólo del público en general sino específicamente de quienes ocupan posiciones
de autoridad.
Los niños son tentados —no por los Satanistas, sino por
las autoridades, a confeccionar las mentiras más dañinas sobre sus propios
padres. Cualquier círculo, triángulo, hexagrama, u octágono se convierte en
símbolo “Satánico”. La lista de
objetos acusados crece: vitrales, gatos de cerámica, una bata de color sólido,
ropa de cuero, discos de rock (especialmente si se reproducen al revés). Si se
descubre una Biblia Satánica, se convierte en una prueba irrefutable de que
quien la leía perpetraba todo crimen conocido por el hombre.
Si las mentiras anteriores son cuestionadas y expuestas,
los histéricos declararán que el Satanista exonerado no era un Satanista
verdadero, o “clásico” (es decir, cristiano),
que se dedicara a robar bebés, acosa y asesina menores, y destaza animales. Los
chiflados que se deleitan en tales comportamientos son histéricos reprimidos
asociando sus fantasías masturbatorias, o bien cristoides posando como Satanistas para poder ser “convertidos” y poder salir bajo palabra.
Los “Grupos Organizados” no parece
que puedan hallarse, debido a su “secreto”.
Ni tampoco pueden hallarse los cuerpos de sus “víctimas de sacrificios”. Pero vaya que lo intentan —Oh! vaya que
lo intentan. Incluso ha aparecido una nueva profesión, el “especialista en la investigación de lo Satánico y lo Oculto”, lo
que en verdad no es más que un nuevo y bonito nombre para otro predicador de
fuego y azufre. Cualquiera puede establecerse de la manera como lo hacen estos “expertos”, aunque por supuesto,
resultará más efectivo si un imbécil inseguro tiene delante de su nombre unas
cuantas cartas que prueben que es un mentiroso acreditado y autorizado.
El miedo al Satanismo es una buena manera de sazonar una
vida que de otra manera sería improductiva. Si no pueden sentirse importantes,
por lo menos pueden sentirse “rectos”,
“honrados” y “justos” en su cruzada cobarde contra su diabólico enemigo.
Al llevar el Satanismo a millones de personas, los
elementos más estridentes y sin sentido de las ruinas del cristianismo muestran
su verdadero rostro. Son lo peor que la religión tradicional pueda producir. Ya
es hora de ajustar cuentas. Estos restos de podredumbre cristiana, han
intentado forzarnos a asumir una posición defensiva, cuando nuestra posición es
exigir explicaciones y respuestas a su comportamiento irracional. Las
travesuras de quienes intentan tenderle una trampa al Satanismo sólo consiguen
oscurecer aún más las cualidades redentoras formadas por los dos mil años de la
aventura cristiana. No han tenido éxito en darle un mal nombre al Satanismo, al
contrario, es al cristianismo a quien manchan.
No acosamos niños ni sacrificamos animales. Pero ya está
abierta la temporada para estas lacras que nos acusan de hacerlo. La tortura
sería demasiado dulce para ellos.
Durante siglos, el Satanismo ha sido un tigre de papel,
una cortina de humo, un espantapájaros, perpetuado por los intereses creados
del dogma cristiano. Nunca antes habían surgido Satanistas organizados para
desafiar las falsedades convenientes. Claro, había Abogados del Diablo —Tom Pains, Benjamín Franklin, Shaw, Twain,
London, Wells— pero para el cristianismo representaban una amenaza bien
pequeña. Pero cuando tienes miles de chicos aclamando verdaderos símbolos Satánicos
y haciendo el signo de los cuernos —ésa sí que es una verdadera amenaza! Cuando
un libro escrito por un Satanista, para Satanistas, es leído, traducido, y
releído por millones de personas —ésa sí que es una verdadera amenaza!
El cretino cristiano tiene razón al suponer que el
Satanismo es peligroso. Es bastante peligroso, pero no por sus orgías, robo de
niños, mutilaciones de animales y demás fantasías carentes de imaginación. El
Satanismo es peligroso porque estimula la originalidad por encima de la
mentalidad rebañera. Grandes masas de personas que piensen y actúen dentro de
un conjunto de opciones preestablecidas son más fáciles de controlar. Y
explotar.
El cristianito
desesperado cree que el Heavy Metal es peligroso porque es un blanco conveniente
para su histeria. Es muy fácil distinguir a Black Sabbath, Mötley Crüe,
Twisted Sister y demás comentarios estúpidos, pero qué hay de la música
Satánica de Liszt, Wagner, Saint-Saëns, Beethoven,
Mussorgsky,
Paganini,
Mendelssohn?
Tal vez comiencen a pegar etiquetas advirtiendo sobre el contenido de los
trabajos musicales de Cole Porter, Rogers y Hammerstein,
Jerome
Kern e Irving Berlin, cuyo tema “Stay
down Here Where You Belong” (Quédate aquí abajo, donde perteneces) nos
presenta un Diablo haciendo de buen chico, proclamando “You will find more hell up there than you will down below” (Encontrarás
más odio allá arriba que el que hallarás allá abajo). Y qué hay de temas como “Get Thee Behind me, Satan” (Házte detrás
de mí, Satán) “Old Devil Moon”, “Satan Takes a Holiday” (Satán Se Toma
Unas Vacaciones), “Perfidia”, “Temptation”, “Taboo”, y en caso que nos olvidemos, Franklin Laine o Edith
Piaf haciendo su versión de la famosa canción de Shanklin “Jezabel”. Canciones que puedes entender,
letras que puedes escuchar. Si un intérprete hiciese una versión “nueva” de “Jezabel” o “Stay Down Here
Where You Belong” en un concierto de rock, podría precipitar una revolución
Satánica.
Debo referirme al miedo de los Satanistas que ven esta
nueva Edad Oscura con aprensión y alarma. Observen nuestra propia influencia
pasada y nuestro potencial futuro para que puedan reconocer nuestro poder.
Consideren el tiempo al aire destinado a los evangélicos. Uno puede prender la
tele a cualquier hora del día o de la noche y recibir demasiada propaganda cristiana
(es decir, anti-Satánica). A nivel
menor se encuentran los reportes investigativos (anti-Satánicos), ficticias presentaciones dramáticas (anti-Satánicas) cubrimiento de noticias
(anti-Satánicas) y “especiales espiritualmente estimulantes”
(también, anti-Satánicos). No es
diferente con la prensa y la radio. Mientras más baja sea la clase social de la
audiencia, más irracional será la charlatanería.
El Satanismo es utilizado iconográficamente a guisa de
anzuelo con una regularidad casi recetada, como si se tratase de una foto de
Marilyn Monroe. ¿Qué pasaría si el Satanismo tuviese el mismo tiempo en los
medios de comunicación del que gozan nuestros detractores? ¿O siquiera una
fracción del mismo? Cuántas veces he visto mi propia imagen utilizada como
introducción a un segmento de televisión o un artículo que no tiene semejanza
alguna con los conceptos que he expuesto. Para poder absorber el Satanismo en
su forma más pura, uno ha de zambullirse literalmente en La Biblia Satánica. La
mayor amenaza del Satanismo es cuando se conoce la verdad de éste. Si un
programa Satánico de TV saliera al aire con cierta regularidad, eliminaria los
evangelistas bocones de la noche a la mañana. Tenemos un poder tan temible que ni
siquiera se le da la palabra.
Sí, el poder está en nuestras manos. Somos, más que
nunca, los acusadores. Recuerden, nuestra posición, nuestro papel es servir de
tribunal para quienes de manera pretenciosa juegan a ser nuestra némesis. El
sólo pensamiento de responder a sus “acusaciones”,
defender nuestra posición, ha de convertirse en un absurdo. Pongámoslos a
prueba. Interroguemos. Demandemos los porqués de su estúpida histeria. Debemos
combatir la sinrazón con intensidad inquisitorial. Y démosles la ridiculez que
se merecen. Somos lo que sus viejos maestros no les anticiparon. No hay nada en
sus cuadernos que pueda enfrentar a demonios de verdad que no sucumben a
destierros místicos.
LA TEMPORADA ESTÁ ABIERTA. ESO ES!
The Devil's Notebook
Anton Szandor LaVey ©1992