EL JUEGO DEL DESCUBRIMIENTO
Anton Szandor LaVey
Si queremos que las personas acepten sinceramente lo que tenemos para ofrecer, permitámosles que lo “descubran”, utilizando el método de los Huevos de Pascua. Ahora bien, todos recordamos como la búsqueda de Huevos de Pascua funcionó: alguien se levantó muy temprano –más temprano que ningún otro– y salió con los huevos que después serían encontrados por los niños. Él o ella, los escondió en lugares donde podrían encontrarse, pero no sin un poco de búsqueda. Todos los niños apenas podrían esperar para empezar a buscarlos. Por supuesto todos llegaron al mismo sitio. Ninguno de ellos fue a otro lugar, a menos que fuesen muy tontos o se dirigieran equivocadamente a otro sitio, por culpa de un mentiroso amigo. Cuando cada niño descubría un huevo, gritaba con todas sus fuerzas su alegría. Algunas veces cuando un padre, al observar a su descendencia desde su posición fuera del juego, también gritaba. El niño que juntaba el mayor número de huevos normalmente recibía alguna clase de reconocimiento; a menudo un conejito de chocolate sin relleno.
Vosotros sabéis tan bien como yo que esos niños no podrían preocuparse nada más que de los huevos, una vez que estos llegasen a casa. Invariablemente, el resultado de su búsqueda estaría guardado en su caja del almuerzo durante la siguiente semana.
Una falsa demanda puede ser creada donde no hay absolutamente ninguna necesidad por un producto, simplemente inventando una oportunidad para el descubrimiento.
John Doe encuentra la oportunidad de descubrir algo atractivo porque él no lo tiene, no lo quiere y no podría descubrir nada por su cuenta en la vida. Lo que es aún peor, una diminuta voz dentro suyo, le permite reconocerlo. Así cuando alguien viene por su cuenta y proporciona una oportunidad para mejorar una inherente falta de percepción, la oportunidad es aprovechada. Si uno duda acerca de lo que acaba de leer, debe ser considerar cómo los Persuasores Ocultos emplean la palabra mágica “descubrir”. “Descubra este nuevo obsequio de sabor”; engatusa el anuncio y uno inconscientemente muerde el señuelo, el mismo señuelo que hay en una moneda de níquel de diez centavos, el mismo señuelo superior dirigido por Ponce de León, Sir Richard Burton, Leif Erikson, Colón, Peary y Shadows, quienes hace varios años en el Oriente aprendieron un extraño y misterioso secreto: el poder para nublar a las mentes de los hombres.
The Devil's Notebook ©1992