LA MUJER EN EL SATANISMO.

El papel de la mujer en las grandes religiones establecidas es por todos conocido, prácticamente nulo. En las religiones siempre ha sido considerada como el origen de todo mal. Eva, Dalila y muchas más, forman parte de la innumerable lista de mujeres malditas.


También en sus prácticas religiosas quedaron siempre en un segundo plano, como convidadas de piedra. La historia nos enseña que esto no siempre fue así. La mujer era la diosa tierra, madre y centro de todo lo existente, su fertilidad garantizaba el ciclo de las cosechas y la caza. Sus nombres fueron muchos: Isis la diosa egipcia cuyo culto llegó a la propia Roma.

En Babilonia la diosa Isthar o Innana eran el centro de las grandes religiones mesopotámicas. La diosa Tiamat que existió antes de la propia creación, rodeada siempre por su corte de demonios según narra el Enuma Elish, relato de la creación de origen Cananeo y que fue tomado en parte por los primeros hebreos.

De aquellas épocas tan solo quedan los restos de rituales mágicos donde la mujer es el centro de toda la ceremonia. El Satanismo a través de algunos ritos mágicos ha rescatado ese papel protagonista de las mujeres.



Fuera de las prácticas mágicas en lo que es la filosofía Satánica, la mujer juega el mismo papel que el hombre, no existen diferencias en el satanismo por sexo o raza. La diferencia la marcan las personas con su ambición por adquirir conocimientos, por disfrutar de la vida, por su manera de ver y entender todo aquello que les rodea.

En el Satanismo la única diferencia entre hombres y mujeres es la definición de sus propias individualidades. Las hermanas Satanistas encuentran aquí el respeto y la admiración de sus hermanos.

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