La Leyenda de Ferrucius y la Villa de Pompeii


 Cuenta una antigua tradición que en los días de la gran República, cuando el poder de Roma parecía invencible, existía una pequeña villa en las laderas del Monte Vesubio conocida como Pompeii. Era un lugar próspero, lleno de vida y alegría, donde los habitantes vivían en paz, confiados en la protección de sus dioses. Sin embargo, en las sombras, un grupo de sacerdotes ambiciosos practicaba oscuros rituales, alejados del ojo vigilante de la ciudad.

Estos sacerdotes pertenecían a un culto antiguo, olvidado por el tiempo, que adoraba a Ferrucius, el demonio de fuego y destrucción. Creían que, al invocar su poder, podrían traer un nuevo orden a Roma, uno donde ellos gobernarían con un poder ilimitado. Durante años, recolectaron reliquias y recitaron conjuros en secreto, esperando el momento adecuado para liberar a Ferrucius de su prisión volcánica.

Una noche, cuando las estrellas se alinearon y el cielo se tiñó de un rojo ominoso, los sacerdotes descendieron a una caverna profunda bajo el Vesubio. Allí, en un altar hecho de roca fundida, pronunciaron las palabras prohibidas que resonaron en lo más profundo de la tierra. De repente, la montaña tembló, y un rugido ancestral se escuchó en todo el reino. Ferrucius había despertado.



Adquiere tu copia digital o formato físico en: https://a.co/d/6NiTGci

Al principio, parecía que los sacerdotes tenían éxito. El demonio emergió del cráter, su cuerpo resplandeciente en la oscuridad de la noche, y alzó sus brazos al cielo, invocando un mar de fuego que descendió sobre la villa de Pompeii. En un instante, todo fue consumido: las casas, los templos, los bosques circundantes, nada quedó más que cenizas y rocas ardientes.

Pero Ferrucius no se detuvo. En su despertar, había recordado la traición de los dioses que lo habían encarcelado, y su furia no tenía límites. El demonio, en su insaciable deseo de destrucción, volvió su ira contra aquellos que lo habían invocado. Los sacerdotes, horrorizados al darse cuenta de su error, intentaron huir, pero Ferrucius los atrapó, uno por uno, y los consumió en llamas, reduciéndolos a cenizas.

La leyenda dice que los dioses, al ver la destrucción que se avecinaba, decidieron intervenir. Júpiter, el rey de los dioses, envió un rayo que golpeó a Ferrucius, obligándolo a regresar al abismo volcánico de donde había emergido. Con un último rugido de ira, el demonio fue sellado nuevamente bajo la montaña, pero no antes de prometer que, algún día, se liberaría y traerá el fin de todo lo que los humanos conocen.

Desde entonces, el Monte Vesubio ha sido un lugar de temor y reverencia. Los habitantes de las tierras circundantes todavía cuentan esta historia a sus hijos, como un recordatorio de la peligrosa combinación de ambición desmedida y fuerzas más allá de la comprensión humana. Cada vez que el Vesubio lanza humo o tiembla, se dice que es Ferrucius intentando liberarse, y todos en la región tiemblan de miedo, recordando la trágica historia de Pompeii y la furia del demonio de fuego.

Compártelo con esa persona que sabes que le gustaría recibir noticias oscuras