SOLVE ET COAGULA

Quienes estén familiarizados con la representación de Baphomet de Elias Levi habrán notado que en los brazos de Baphomet figuran las inscripciones en latín “solve” y “coagula”. Muchos de los elementos que rodean a Baphomet en la imagen representan distintas dicotomías: el día y la noche, el arriba y el abajo, el sexo masculino y el femenino, la naturaleza animal y la humana. Solve et coagula no es la excepción. 

Se trata de una antigua máxima de la alquimia, “disolver y coagular”, y significa que algo debe ser primero descompuesto o destruido para poder luego poder componer o construir algo nuevo. La alquimia era una proto-ciencia medieval, la antecesora y precursora de la química moderna. Entre sus intereses se encontraba la transmutación de los metales, la creación del elixir de la inmortalidad, la piedra filosofal y panaceas para curar cualquier enfermedad. Una curiosa confluencia entre ciencia, filosofía y magia.



Los alquimistas entendían la expresión “Solve et coagula” tanto en su sentido literal como metafísico. Para crear nuevas sustancias, era necesario descomponer las existentes. Por ejemplo, fundir metales para crear una nueva aleación. Pero la transmutación de metales era también entendida como una analogía de la transmutación personal y espiritual de una persona hacia la perfección. Para crear un hombre nuevo era necesario destruir al anterior.

De la misma manera, para los Satanistas, el principio “solve et coagula” representa la dicotomía destrucción – construcción, la idea de que todo proceso de transformación es, a la vez, un proceso destructivo y constructivo. Un nuevo orden requiere el desbaratamiento del anterior. Desde esta perspectiva, destruir no conlleva necesariamente una carga simbólica negativa (ni construir una carga positiva), sino que ambos procesos son complementarios. Uno no puede existir sin el otro.

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