PSEUDO-SATANISMO: UNA HISTORIA RECURRENTE

Roberto era un chico con problemas, hijo de una madre fanáticamente cristiana y de un padre borracho, que cuando perdía un trabajo a causa de sus problemas con el alcohol, descargaba toda su cólera −generada por su propia incompetencia− a golpes contra su familia. Roberto tan poco era un buen alumno, suspendía todo y no ponía interés en nada. Comenzó a fumar hierba a los 12 años y desde esa misma edad empezó a saltarse las clases, sólo para vagabundear por las calles y emborracharse con cerveza barata.

A los 15 años después de haber repetido curso una o dos veces y haber sido expulsado en más de una ocasión, sintió que debía de rebelarse. Por aquella época ya escuchaba Black Metal y música afín asociada por la plebe con el satanismo. Ya que muchas de esas canciones “predicaban” que ser satanista era ser un adicto a las drogas, un vándalo y ser cantante era la máxima expresión del ser satánico, decide ser satanista. Comienza a comprarse ropa negra, atavíos y adornos que representaban: cruces invertidas, cráneos y figuras de muerte especialmente grotescas y alguna estrella de cinco puntas invertida. Ese era su uniforme que demostraba más a sí mismo, que, al mundo, su alienación de todo lo convencional. 

Sus adicciones estaban justificadas según él, porque eso era lo que requería el satanismo. No estudiaba, porque según él era una pérdida de tiempo, no trabajaba porque, por supuesto, él creía que llegaría a ser un gran cantante de Heavy Metal o de Black Metal, y entonces ganaría mucho, muchísimo dinero y tendría todas las chicas que el dinero y la fama pudiera comprar. Como ven, él aspira, al igual que el cristiano, a un futuro paraíso ya sea en el cielo o en la tierra, ya que considera que si es “malo” (autodestructivo) llegará a ser recompensado por Satán.

Durante mucho tiempo intenta probando suerte con otros “satánicos” como él, formando bandas de Black Metal. Pero en el fondo no tienen talento y si fuera el caso de tener alguno estarán tan abotargados por las drogas que no llegan a conseguir nada que sea digno de ser oído, grabado y vendido. Pero ellos seguirán con su música, en un principio puede parecer admirable su coraje, su lucha por hacerse un hueco en un mercado, tan masificado y difícil como lo es la música, pero en el fondo carecen de entrega, no hacen nada coherente, no tienen estilo, son una mera copia de otros grupos con mejor suerte y más talento.

Un día, Roberto “investigando” por internet en la búsqueda de material satánico para su banda −solían hacer adaptaciones o plagios de textos y fórmulas mágicas que ellos consideraban “satánicos”, para añadirlos en sus canciones− se topa con “La Biblia Satánica”, nunca antes le había prestado atención, ni nunca antes había comprado y mucho menos leído un libro que no fuera un comic o revista tanto de Heavy Metal, de Black Metal o sobre pornografía. De todos modos, el libro no tenía por qué comprarlo, podía hacerse con una copia en PDF a través de internet. Nada más el nombre de este libro le llamó la atención, ya se imaginaba una Biblia escrita por el propio Satanás, lleno de ritos blasfemos y fórmulas mágicas. No leyó gran parte del libro, sólo lo que a él le interesaba, es decir: Las 9 Declaraciones Satánicas −que él creyó dictadas, por el mismísimo diablo y las consideró completamente sagradas− también leyó el Libro de Satán −sólo eran 5 páginas y especialmente blasfemas y violentas contra el cristianismo− directamente paso del Libro de Lucifer −eran muchas páginas, y mucha filosofía que no podía o no quería entender− y terminó leyendo los conjuros y Las Claves Enoquianas, que por supuesto, fueron tomadas al pie de la letra. Nunca llegó a entender “La Biblia Satánica” y por consiguiente nunca supo qué era realmente el Satanismo.


Compártelo con esa persona que sabes que le gustaría recibir noticias oscuras