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¿QUÉ ES EL LUCIFERISMO?

El Luciferismo no es una religión definida, sino un sistema de creencias que admira y venera las características y rasgos de personalidad expuestos por Lucifer de forma arquetípica, un personaje de iluminación, conocimiento, independencia y progresividad.


El Luciferismo es lo suficientemente libre y receptivo como para apreciar la diversidad de diferentes expresiones del ser, y las diferentes expresiones entre el ser y el arquetipo de Lucifer. Hay una ironía en tratar de definir qué es el Luciferismo, ya que, en sí mismo, es casi indefinible. Sin embargo, uno puede intentar estipular y distinguir las diversas diferencias en el espíritu de conocimiento e iluminación.

Una de las diferencias fundamentales entre aquellos que identifican el concepto y aquellos que lo ven, es arquetípica o simbólicamente. Un ser iluminado que elige, en lugar de idolatrar; El Luciferismo se trata de la búsqueda de conocimiento tanto de adentro como de afuera. Si bien muchos de los practicantes reconocen a Lucifer como un ser real, lo visualizan de manera bastante diferente a los cristianos, y de ninguna manera dependen de él de la misma manera que los seguidores de otras religiones consideran a sus figuras clave.

Los Luciferinos tienen como modelo a Lucifer por pura elección, no por doctrina o expectativa. Son libres de actuar, pero aceptando las consecuencias; Los luciferinos creen que los tabúes y las expectativas sociales no deberían obstaculizar el logro de sus objetivos. La sociedad y sus semejantes pueden tener problemas con sus elecciones, y se espera que acepten las consecuencias con estoicismo si toman malas decisiones.

Búsqueda de riqueza y vivir en prosperidad; Para los Luciferinos, la riqueza no es algo de que avergonzarse. Se le alienta a luchar por el éxito y disfrutar de los frutos de su trabajo. Se le permite e incluso se le anima a enorgullecerse de sus logros y destacarlos.

La crueldad tiene su lugar. Cuando está justificado; El Luciferino puede ser cruel e iracundo con aquellos que han demostrado ser dignos de ser tratados de esa manera. El Luciferismo sostiene que el comportamiento de los demás dicta cómo deberías tratarlos. No hay ninguna carga para tratar a los demás mejor de lo que merecen, aunque tampoco se desalienta la bondad.

La conversión no es una meta; El Luciferino se considera a sí mismo como un miembro de un grupo élite de personas autodeterminadas, y no tiene ningún interés en convertir a otros. Los Luciferinos no ven ningún valor en un gran número de creyentes de ideas afines que pueden tener una dedicación menor a la total. El camino Luciferino es aquel que las personas buscan a través de la autodeterminación, no uno que busca seguidores.

Aceptación de las religiones abrahámicas; El Luciferino respeta a las personas de la fe abrahámica y acepta sus creencias incluso estando en desacuerdo con ellas. Mientras que los Luciferinos no tienen nada en contra de los cristianos, los judíos y los musulmanes a nivel personal, están en desacuerdo con lo que ven como sumisión a un dios exigente y arbitrario tal como lo practican esos sistemas de fe.



Apoyo y protección del mundo natural; Los Luciferinos comparten algunas creencias de las filosofías de la Nueva Era en su celebración y protección de la tierra y el mundo natural. Están en total desacuerdo con algunos sistemas religiosos que ven el papel del hombre como uno que tiene derecho a usar y abusar libremente de los recursos naturales.

Las artes y las ciencias son igualmente apreciadas; El Luciferismo se apega una actitud renacentista cuando se trata de artes y ciencias. Tanto la expresión creativa como la exploración y comprensión científica se consideran igualmente importantes para la humanidad como un todo y para nuestro desarrollo personal individual. Enfocados en el presente; Los Luciferinos no creen en la doctrina de las religiones abrahámicas de una vida futura que es pagada por el sufrimiento en la vida presente. En cambio, se cree que uno debe vivir el presente y aprovechar al máximo lo que está aquí y ahora. La felicidad de hoy es una prueba de que se han tomado buenas decisiones, y no se espera que el sufrimiento de hoy sea necesario para la felicidad del mañana.

El libre albedrío y la responsabilidad personal son principales; Cada persona es responsable de su propio destino, que está determinado por sus propios talentos y esfuerzos. Encontrar caminos alrededor de los obstáculos de la vida es una parte esperada de la vida de los Luciferinos, y superarlos es motivo de orgullo y felicidad. También se espera que aceptemos cualquier infelicidad que llegue debido a las malas decisiones que tomamos.

La iluminación es la meta suprema; Todo el conocimiento es bueno, la ignorancia, sin embargo, conduce a todo tipo de problemas: odio, falta de éxito, incapacidad para avanzar, etc. A diferencia de otros sistemas de creencias en los que la fe juega un papel principal, los luciferinos celebran el conocimiento de todo tipo como la clave para la iluminación y la felicidad en esta vida.

Se alienta el escepticismo; El conocimiento se considera fluido y sujeto a revisión y cambio, por lo tanto, se alienta al Luciferiano a mantener la mente abierta y estar dispuesto a revisar sus ideas sobre lo que constituye la verdad y la comprensión. Todas las ideas deben probarse por su practicidad antes de ser adoptadas como verdad, y las circunstancias pueden requerir que se abandonen las "verdades" anteriores.

CONSCIENCIA E INCONSCIENCIA EN LOS SENDEROS

El Sendero de la Mano Izquierda es un sendero mágico en el sentido más profundo de la palabra. Una etimología posible de la palabra “magia” la coloca en la misma raíz que la palabra inglesa make, “hacer”, y la germana macht, “poder”. La magia es hacer, es un actuar consciente enfocado sobre la transformación de la realidad personal.


Lamentablemente, muchas personas interpretan superficialmente tanto al SMI como al SMD. Recordemos que, en esencia, estos dos senderos son vías de realización personal. Las interpretaciones superficiales de ambos senderos, combinados con mentalidades inmaduras, dan como resultado a personas enfocadas únicamente sobre la apariencia externa de los rituales y ceremonias de una tradición, o en una estética inauténtica. Por un lado, tenemos a fanáticos religiosos que asesinan a otros con tal de mantener pura su religión; por el otro, a individuos desequilibrados que destruyen monumentos históricos bajo la idea de una apropiación cultural. ¿Cuál de los dos lados corresponde al SMI o al SMD? ¡Ninguno! Ambas posturas pueden surgir tanto en un lado como en el otro, pues el fanatismo y la violencia nacen de personalidades desequilibradas que buscan, necesitan ser determinadas por una autoridad externa a sí mismos.

El Sendero de la Mano Izquierda no es para cualquiera pues, como en el vamacara, sólo aquellos con un temperamento especial pueden soportar el encuentro consigo mismos sin desviar la mirada del abismo. El Sendero de la Mano Derecha tampoco es para todos. Si bien hay autores que señalan que le SMD es “sencillo” o “placentero”, pienso que estos autores no son conscientes de que el trabajo místico y mágico en el lado de la luz también implica un trabajo interno intenso en el que uno debe reconocer sus partes más oscuras, si bien la finalidad de este proceso es diferente. Ambos senderos exigen consciencia como requisito, una consciencia que pueda soportar verse a sí misma al espejo con un ojo crítico y que esté deseosa de superarse. Esto no lo encontramos en la mayoría de las personas, puesto que la mayoría de las personas no están dispuestas a sacrificar su comodidad para conocer lo que está más allá de sus vidas.



Conclusión
Esta ha sido una breve introducción al Sendero de la Mano Izquierda. Este tema es extenso, complejo, pero también fascinante. Como todo modelo teórico, esta presentación ha sido mi perspectiva acerca del SMI. Este sendero no es elitista por ser elitista: lo es por su misma naturaleza. No cualquiera puede dejar atrás las estructuras cómodas que dan seguridad mental y emocional, y la recompensa es terrible: cargar con la consciencia de la responsabilidad que conlleva el conocimiento. Este es el precio del cuestionamiento, de la duda, de la desobediencia, de la libertad. Y sin embargo, el precio parece poco, por la libertad de ser uno mismo.

El Sendero de la Mano Izquierda es una vía para quienes buscan, parafraseando a Albert Camus, ser tan absolutamente libres que su misma existencia es un acto de rebelión.
W. García

BUSCANDO LA SOMBRA

El SMI se asocia con tradiciones y modelos espirituales que acentúan la presencia de fuerzas caóticas, ya sea a través de su simbolismo o de su discurso. Podemos encontrar comúnmente a figuras como Satán, Lucifer, Tiamat, Apofis, Set, Loke y demás, que representan las fuerzas del caos que los dioses cósmicos buscan mantener a raya. El SMI utiliza estas figuras como símbolos del poder caótico que disuelve las estructuras limitantes que evitan la evolución del individuo.


El historiador y ocultista Thomas Karlsson propone en su libro Qabalah, Qliphoth and Goetic Magic, que existen tres niveles de conocimiento en el ámbito del esoterismo:

Existen tres niveles principales del conocimiento, de los cuales el primero es nuestro conocimiento mundano y la información presentada por la ciencia común. Debajo de este nivel encontramos al conocimiento esotérico de la luz que ha sido transmitido por las ciencias ocultas regulares. Por debajo de este nivel podemos encontrar el conocimiento esotérico oscuro. (…) el esoterismo de la luz lleva hacia una unión con los dioses masculinos de la luz, como Yahvé o Marduk. El esoterismo oscuro, por otro lado, lleva hacia las entidades draconianas primordiales como Leviatán, Tehom o Tiamat, que existieron mucho antes que los dioses de la luz y que existen en el infinito más allá de la luz divina.

El trabajo activo con las fuerzas del caos tiene la finalidad de permitir la entrada de estas fuerzas en la vida del individuo, quien debe aprender a dominarlas, o en otras palabras, debe aprender a “montar al Dragón”. Esto significa que el caos debe equilibrarse con orden, pero no un orden externo, sino un orden autónomo, autogenerado, surgido de la propia voluntad verdadera de la persona. El conocimiento del esoterismo oscuro nos lleva hacia un conocimiento de nuestra propia sombra, un encuentro que no es cómodo ni sencillo, pero sumamente enriquecedor.



El SMI se coloca no solamente como opuesto al SMD, sino que los poderes con los que trabaja son más antiguos. El caos precede al orden, tal como Caín precede a Abel, la oscuridad a la luz y el instinto a la civilización. En la siguiente tabla, tomada del libro La Via Oscura del académico y ocultista italiano Alberto Brandi, se resumen algunos de los elementos asociados con ambos senderos:

EL LADO OSCURO
EL LADO LUMINOSO
Ctónico, terrestre
Uránico, celeste
Orgánico
Mecánico
Naturaleza
Civilización
Panteísmo o politeísmo
Monoteísmo
El hombre en la naturaleza
Dominio sobre la naturaleza
Realismo
Utopía
Idealismo
Materialismo
Tiempo cíclico
Tiempo lineal
Holismo polarizado
Dualismo

En base al cuadro, podemos observar que las asociaciones entre los senderos muestran una especie de primordialidad en el SMI: lo orgánico y la naturaleza vienen antes que lo mecánico y la civilización, el panteísmo antes que el monoteísmo; lo ctónico y lo terrestre se contraponen con lo uránico y lo celeste; el tiempo cíclico de las culturas antiguas se opone al tiempo lineal del pensamiento occidental, etc. Es interesante cómo lo ctónico y lo terrestre son también asociados con lo femenino, mientras que el cielo es asociado con lo masculino. Mientras que en las religiones monoteístas la mujer toma un rol secundario, en el SMI la mujer tiene un papel central. La mujer ha sido siempre un símbolo de lo prohibido y de lo desconocido, por lo que su asociación con la oscuridad y el caos es aprovechada en el SMI como un medio a través del cual los adeptos de ambos sexos pueden obtener poder. Este poder, sin embargo, debe ir acompañado de una disciplina férrea, pues de lo contrario es fácil caer en ego trips o en prácticas hedonistas que nada tienen que ver con el desarrollo personal.
W. García

EL DESVÍO

Todo concepto es una construcción necesaria para que el ser humano pueda ordenar y organizar el mundo que lo rodea. No es diferente con los conceptos de los senderos de la mano derecha y de la mano izquierda. Estas ideas son construcciones con las que nos referimos a ciertas metodologías espirituales, cuya práctica depende en gran medida del individuo, su carácter y su temperamento. Decir que una u otra vía es mejor o peor, o que uno u otro sendero es correcto o incorrecto, es caer en un dualismo que evita tener consciencia de la perspectiva del otro, esto es, evita tener una visión completa de nuestro panorama.


Ambas posturas son formulaciones que nos permiten aproximarnos a un fenómeno específico, que es la experiencia de lo trascendental. Esta experiencia trae consigo (y lo podemos constatar en la obra de numerosos místicos) un derrumbe temporal de las estructuras mentales para dar paso a una experiencia del caos, de lo desordenado. En las religiones, esta experiencia ha sido llamada nirvana, sunyata, unio mystica, o personificada bajo las formas de Dios, Alá, Jehová, etc. Este tipo de experiencia mística es lo que constituye la esencia de la religión, su núcleo esotérico o esencial. La manifestación externa de la religión está constituida por las reglas rituales seguidas por la mayoría de los creyentes, la parte superficial. Ambas dimensiones están determinadas por una ortodoxia, una ley religiosa que marca las pautas de cómo las cosas deben funcionar en un culto determinado. La ortodoxia está señalada y regulada por figuras como sacerdotes o rabinos, quienes son los guardianes de las normas y leyes de una religión, tanto en su aspecto exotérico como esotérico. En desvío de estas normas constituye lo que llamamos herejía.

La palabra “herejía” tiene su origen en el griego αἱρέομαι, que significa “tomar para uno mismo”. En el contexto religioso tradicional, una herejía es algo que se aleja de la normatividad de la autoridad religiosa. Mientras que el religioso o el místico de las religiones tradicionales parten de una interpretación de la tradición religiosa mediada por las figuras de autoridad (como el Papa, obispos o figuras tradicionales como religiosos o filósofos), un hereje, entonces, es alguien que “toma para sí mismo” la interpretación de la tradición, haciéndola propia. La herejía (cuando es consciente) es una manifestación de uno de los pilares esenciales del SMI: el antinomismo, expresado a través de la desobediencia a la autoridad y la apropiación de la tradición.

La ortodoxia y la autoridad en el misticismo y la religión cumplen con la función de marcar la dirección que debe seguir la práctica. Si bien esto puede poseer un elemento político al condenar toda desviación como satánica y peligrosa, el académico Gershom Scholem señala la dimensión psicológica de la necesidad de una guía en el terreno de la espiritualidad:

El riesgo de una desviación de la autoridad tradicional hacia lo incontrolado y lo incontrolable está profundamente enraizado en la naturaleza de la experiencia mística. (…) el Guru cumple ante todo una función psicológica. Impide que el discípulo que se apresta a investigar el mundo de la mística se equivoque y se ponga en peligro a sí mismo. El que busca solo su camino puede, desde luego, extraviarse fácilmente y aun caer en la locura, pues el sendero del místico está empedrado y rodeado de peligros. (…) Sin guía se corre el riesgo de perderse en el desierto de la aventura mística.



Esta prohibición tiene la función, ante todo, de evitar un desvío que aleje al adepto de la vía ya establecida por los profetas y los fundadores de la tradición. Podemos concebir este proceso con atravesar un bosque a través de un camino ya establecido. El desvío, entonces, implicaría una salida del camino conocido y una entrada en el terreno de lo desconocido, que para la mayoría de las personas significaría una caída en la locura. En un afán por mantener pura la tradición, los modelos religiosos han terminado por utilizar medios violentos: aquello que en un principio cumplía una función de guía, pasó a convertirse en un dogma que debe ser protegido y vigilado a toda costa.

El SMI corresponde a este desvío. Los caminos conocidos se han transformado avenidas bien delimitadas e iluminadas, pero también fortificadas y vigiladas, de manera que las fuerzas del caos no puedan penetrar en las estructuras ordenadas del mundo del hombre. Mientras que el SMD lleva hacia Dios y la luz, el SMI lleva hacia el interior de uno mismo, hacia la oscuridad que la luz del Sol no puede alcanzar. Esta oscuridad es donde se encuentra latente la sombra que tanto nos esforzamos por mantener a raya a nivel externo, la sombra que es nuestros impulsos y nuestras fantasías, nuestros sueños y nuestros deseos. El adepto del SMI explora esta oscuridad para llegar a un conocimiento más profundo de sí mismo, pero no se queda aquí, sino que, a través de su voluntad, actúa para transformar su realidad y abrir así la posibilidad de la elección. El caminante del SMI es, en esencia, un hereje, cuyos actos están marcados por una constante que determina su libertad: la desobediencia.

La desobediencia es uno de los principios necesarios para la libertad individual. La desobediencia implica el cuestionamiento a una regla o figura de autoridad percibida como limitante. El individuo, a través de la acción consciente, puede liberarse de esta situación. La mayoría de las personas optan por una decisión más práctica, que es el sometimiento y la obediencia, abandonando parte de sí mismos (esto es, dejando de ser) en el acto. El psicoanalista Erich Fromm escribe sobre esta idea en su libro Sobre la Desobediencia y Otros Ensayos:

La obediencia a una persona, institución o poder (obediencia heterónoma) es sometimiento; implica la abdicación de mi autonomía y la aceptación de una voluntad o juicio ajenos en lugar del mío. La obediencia a mi propia razón o convicción (obediencia autónoma) no es un acto de sumisión sino de afirmación. Mi convicción y mi juicio, si son auténticamente míos, forman parte de mí. Si los sigo, más bien que obedecer al juicio de otros, estoy siendo yo mismo.

En el SMD siempre hay una figura por encima del adepto, alguien que determina la dirección de su praxis; en el SMI, la autoridad es el mismo adepto. Para separarse de la autoridad, es necesario el acto de desobediencia que cree una rotura en el orden establecido que limita al individuo. Esto no significa que el SMI abogue por actos impulsivos, sociopáticos, ni mucho menos criminales, pues estos son resultado de mentes desequilibradas que no pueden dominar las fuerzas caóticas de su propia existencia. El SMI requiere de una voluntad férrea y de una disciplina mucho más rigurosa, pues como dice Nietzsche, “quien lucha contra monstruos debe cuidar él mismo de no convertirse en uno.” Y también recordar que, si miramos al abismo, el abismo nos devolverá la mirada. Y en el Sendero de la Mano Izquierda, el abismo lo hará, y deberemos soportar su mirada.
W. García

VUELTA AL SENDERO DE LA MANO IZQUIERDA

En este texto retomaremos uno de los conceptos fundamentales de la filosofía de la Iglesia Mayor de Lucifer: el Sendero de la Mano Izquierda. Este concepto ha sido definido de muchas maneras por diferentes autores, y aquí intentaremos esclarecer algunos de los puntos que consideramos más importantes acerca de esta postura mágico-filosófica.


Definiciones y Características
En el pensamiento esotérico occidental moderno, se perfilan dos modos básicos de la espiritualidad, que implican perspectivas, actitudes y concepciones diferentes acerca de ideas como lo divino, lo humano, lo carnal, etc. Estos dos modelos se denominan “senderos”, y se distinguen utilizando el simbolismo de la mano: el sendero de la mano derecha, y el sendero de la mano izquierda. Desafortunadamente, la esencia de ambos senderos a menudo se ve tergiversada debido a la ignorancia de sus practicantes, creando ideas fragmentadas que llevan a un pensamiento casi dogmático. Intentaremos a continuación dar una visión lo más objetiva posible de ambas posturas.

El sendero de la mano derecha (SMD) se refiere, de manera general, a las formas y expresiones de la espiritualidad que se enfocan en elementos como orden, ley, restitución, salvación, redención, iluminación. En el SMD solemos encontrar que tanto la teoría como las prácticas mágicas están determinadas por una figura externa de autoridad, llámese esta gurú o maestro, y cuya naturaleza puede ser terrenal (maestros de carne y hueso) o extraterrena (espíritus, ángeles o extraterrestres). Esta figura de autoridad determina la dirección de la enseñanza de la cual participa el adepto, quien la sigue prácticamente al pie de la letra.

El sendero de la mano izquierda (SMI) hace referencia a las manifestaciones espirituales que se enfocan en elementos tales como el caos, la disolución de las estructuras, la individualidad, la salvación personal, y la deificación. El investigador Kennet Granholm distingue tres características esenciales que subyacen al discurso del SMI: individualismo, antinomismo y autodeificación. De manera general, estas tres características permiten hacer una distinción con respecto de los modelos del SMD:

Individualismo: el SMI es individualista, mientras que el SMD es colectivista. Esto queda plasmado en la idea de la salvación: el adepto del SMD busca “salvar” al mundo a través de la redención, mientras que el adepto oscuro busca su propia “salvación” o “liberación” de un mundo visto como limitado y limitante del propio potencial del individuo. El SMI es solitario, no en el sentido de soledad sino de solitud, esto es, uno crea su propio camino a partir de experiencias personales sin salir del mundo. Quien recorre el SMI no es un ermitaño que se aleja de la sociedad, sino alguien que puede mantener su propia individualidad incluso en medio de las masas.

Antinomismo: el SMI es antinómico, mientras que el SMD es nómico. En un punto posterior de este mismo texto, analizaremos la relación y la importancia de los conceptos de tradición y ortodoxia según ambos modelos. Por el momento, señalaremos que el adepto del SMI toma una postura antinómica, pues a través del cuestionamiento busca derribar las barreras que limitan su existencia y alcanzar así la libertad. Tomar una postura antinómica no equivale a actuar de manera antisocial, sociópata ni criminal, sino que indica la desobediencia o el no reconocimiento de ciertos aspectos de una doctrina. El antinomismo tiene la finalidad de romper los condicionamientos impuestos por la cultura y la civilización, factores que evitan la libertad individual.



Autodeificación: el fin del SMI es la autodeificación, el del SMD es la disolución de uno mismo en lo divino. En el SMD, la finalidad está asociada con un estado final en que el adepto se disuelve en la figura de la divinidad, sea esta Dios, Alá o Brahma. En el SMI, la libertad es entendida en términos de libertad de elegir: el adepto oscuro, al final de su sendero, no alcanza una libertad final asociada con la terminación de un proceso; en su lugar, alcanza un estado en que toda posibilidad se vuelve posible, quedando en el adepto la libertad de elegir su destino. La esencia de la deificación no es la transformación en una figura de poder en el mundo, sino en la realización del potencial creativo del individuo a través de su libre elección.

A partir de estas 3 características podemos darnos ahora una idea de la naturaleza del SMI en occidente. Este es un sendero individual, personal, solitario, en el que, a través del cuestionamiento de lo establecido y la acción consciente, el individuo puede romper así las barreras que lo limitan y alcanzar la libertad. Si bien las tradiciones mágicas y místicas del SMD también poseen elementos de solitud, cuestionamiento y acción, el énfasis sobre la libertad como cuestionamiento es problemática en este enfoque, pues el cuestionamiento va dirigido directamente contra las estructuras de control que limitan al individuo.

A pesar de las diferencias expuestas hasta este punto, la mayoría de las distinciones que se formulan acerca de estos dos senderos son más ideológicas que prácticas o filosóficas, lo que quiere decir que son distinciones hechas a partir de lecturas superficiales. Es posible que el origen de esta perspectiva se encuentre en la ocultista rusa H.P. Blavatsky, fundadora de la Teosofía,

quien difundió el pensamiento místico oriental en Europa y América. Sin embargo, la influencia del pensamiento religioso dualista dominante en occidente parece haber nublado su juicio acerca de los senderos místicos hindúes. De acuerdo con la visión de Blavatsky, las religiones monoteístas occidentales forman parte del SMD, mientras que el SMI corresponde a prácticas y técnicas hedonistas que traen consigo la condenación del ser humano al mundo de la materia (vista como algo negativo). Esta visión dualista es propia del pensamiento occidentalizado europeo de la época, pero también puede encontrarse en la cultura contemporánea, e incluso en círculos que manejan el SMI.
W. García