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LETANÍA DE MIS DEFECTOS

 


Soy vanidosa, déspota, blasfema;

soberbia, altiva, ingrata, desdeñosa;

pero conservo aún la tez de rosa.

La lumbre del infierno a mí me quema.

Es de cristal cortado mi sistema.

Soy ególatra, fría, tumultuosa.

Me quiebro como frágil mariposa.

Yo misma he construido mi anatema.

Soy perversa, malvada, vengativa.

Es prestada mi sangre y fugitiva.

Mis pensamientos son muy taciturnos.

Mis sueños de pecado son nocturnos.

Soy histérica, loca, desquiciada;

pero a la eternidad ya sentenciada.

-  Pita Amor


UN HECHIZO DE LUMIEL

 


Del cielo cayó el primer ángel, la sabiduría del conocimiento; tu crimen fue haber revelado para salvar al primer hombre del mundo de la oscuridad, para abrir los ojos a la marca de los brujos.

Arrojado de tu trono, en la gloria allá arriba, para ayudar a la humanidad con el crimen del amor, para susurrar las palabras, comer del árbol, un veneno tan dulce, un veneno mortal.

Bañado en tu luz, desde el abismo más profundo, acariciando mi rostro con el beso de un ángel, hablando las palabras que nadie debe escuchar, hablando las palabras de verdad y miedo.

Te elevas en el este, al despuntar el día, resplandeciente de gloria, brillante rayo, cae, elévate, pero nunca te alejes, luz del este, la estrella de la mañana.

- "El libro de los ángeles caídos", Frater Benan Anisk

"Como ángel se le identifica (a Lucifer) como el arcángel Lumiel, que en hebreo significa “La luz de dios”. Quien aparece como un hombre joven vestido con una brillante túnica blanca. Según algunos en su frente hay una fulgurosa estrella que irradia luz. Además, él lleva un collar con la cruz Tau con una serpiente enredada".


AMOR SATÁNICO

 Tenía una extraña fuerza para hacerme caer en los excesos. A lastimarme con tanta facilidad, hacerme tan vulnerable a ella. 


Olor a paraíso hasta los huesos y gotitas de cielo en su aureola. Ella me quería, sí, me quería. Pero sólo en soledad, cuando no hallaba cómo calmar sus pensamientos, cuando su corazón inconcluso recordaba que no podía sanar. Me quería ahí, debajo de las nubes o junto a ella bajo la tormenta. Me quería en sus muñecas desgastadas y en sus uñas acabadas por la ansiedad.

Me quería cuando recordaba que estaba rota y sentía su fragilidad entre las sienes. Me quería porque me necesitaba, y no sabe cuán triste es eso. Ver sufrir alguien que amas y sólo estar ahí para ella, no poder hacer más o esperar más que estar ahí en el presente. En la incertidumbre de que hoy esté y mañana su espíritu no resista más.

Pero no me rindo, no puedo dejarlo así.

Si lo único que puedo hacer es calmar sus ansias con mis caricias, las daré, si lo único que puedo hacer es calmar su dolor abrazándola y dándole mi fuerza, lo daré. 

Si lo único que puedo hacer es darle la compañía y fortaleza que necesita con mis abrazos y besos, se lo daré.

Hasta el fin de los tiempos. Sin esperar nada más que verla tranquila al dormir y cuidar de su descanso. Hasta que esta vida nos dé el último aliento, continuando nuevamente la búsqueda de volverla a encontrar en la siguiente vida.

Cómo en esta... Cómo hace dos vidas, complicado, siempre, pero nos reencontraremos.


TERMINAN MIS DÍAS

Soy lo que queda de mí. Soy lo que no ha devorado esa sombra oscura que susurra a mi oído. Soy lo que aun lucha, aunque sin ningún objetivo, sigo luchando. Trato de no ahogarme en medio de los recuerdos, de tantos momentos, de tantos sueños. Quisiera hablarle, verla, escucharla, narrarle mis interminables historias que me causaron alegría, tristeza, odio, satisfacción. Ella, se ha ido, esta al otro lado de una gruesa bruma de sentimientos que me aplastan.


Las personas me hablan. Uso una mascara mal hecha en la que se ve una falsa sonrisa, las mujeres se acercan, uso una sonrisa de advertencia: “Soy un lobo herido, solo puedes esperar que te lastime”. Herido, un tal cupido me lanzo una flecha de amor. Ahora la quiere arrancar de entre mis carnes; desgarrando, lastimando. Aúllo a la luna, aullidos de agónico dolor. Veo sobre el frio suelo, humedecido entre sangre y lágrimas, mi sombra humana, veo la silueta de mis alas rasgadas, mis piernas rotas. Fue una promesa de amor que lo causo, fue un pacto, el mismo que exige mi muerte: “Si tu amas, yo muero. Rasgaré mis alas y romperé mis piernas, si eso significa que seas feliz”.

Hay muchas voces, veo muchas siluetas. Son las voces de las emociones; la esperanza, el amor, la tristeza, la ira, el odio. Todas a mi alrededor. No puedo pensar, no puedo ver, soy una maquina autómata, me dirijo a muchos lugares sin tener un objetivo claro. Perdí todo placer, toda emoción, toda alegría, toda tristeza. No siento nada más que mi agonía. 

Quisiera tener un hechizo, no para traerla de nuevo a mi lado, no para tener su amor. Quisiera escuchar la razón verdadera, el motivo por el cual se acabo el amor. Quisiera volver atrás, y corregir mis errores, quisiera volver y amarla más de lo que la llegue a amar. Quisiera recibir la luz de su sonrisa, ver de nuevo sus ojos, sentir su piel, dejar todo mi amor en su existencia. 

Todos los que han dicho anteriormente que el amor no mata, son los seres mas equivocados, es él, el asesino más despiadado, el verdugo más cruel. Quienes repiten aquella frase, nunca han sabido qué es amar. 

Terminan mis días, terminan mis horas. Ya tengo mucho pasado en mi espalda, ya no tengo quien ayude a aliviar mi carga. Ya no hay y ya nadie habrá. Me voy, lejos, alto, frio. Triste, vacío, con dolor. Me voy, la sombra que susurra a mis oídos, tierna, dulce, cálida, repite con serenidad y cariño: “qué vas a hacer, ya lo entregaste todo y quedaste con las manos vacías, manchadas de lagrimas escarlata. A dónde iras, ya no tienes destino”. Me ofrece dulcemente sus alas, elegantes alas, grandes alas. Me ofrece su hogar. Cálido, brillante, como una gran explosión de los muchos soles. 

En lo alto de nuestra soledad, llega una voz, débil, cansada, agónica. Exige le sea entregada su vitalidad de nuevo. Es la voluntad. Antes le di el poder de hacer su labor, sin embargo, no lo logro. Humillado, derrotado, así fue su última batalla. Me voy.