PILDORAS PARA LA MEMORIA (I)

V Holeček
V Holeček

En el siglo IX muchos conventos eran burdeles donde se mataba a los recién nacidos y se les enterraba. Desde finales del imperio romano el infanticidio había dejado de practicarse en Occidente a gran escala, a excepción de los conventos. En 836 el Concilio de Aquisgrán lo admitió públicamente. En cuanto a la sexualidad del clero secular, fue acusado de incesto tan a menudo, que se le prohibió finalmente convivir bajo el mismo techo con madres, tías o hermanas. Los niños, frutos del incesto, eran muertos por el clero en tal número que un prelado francés llegó a registrarlo. Esta es la historia real de la Iglesia que no van a dar nunca en clase de Religión.

Inocencio IV (1243-1254), por causa de una disputa con el emperador Federico II, se vio forzado a salir de Roma. Se llevó la curia a Lyon. Cuando Federico murió, el Santo Padre regresó a Roma. El Cardenal Hugo, en nombre del Cabeza de la Iglesia, escribió a los habitantes de Lyon dando las gracias. El documento está fechado en 1250. Dice así:

"Durante nuestra estancia en vuestra ciudad, nosotros (la curia romana) nos mostramos muy caritativos con vosotros. A nuestra llegada, apenas encontramos tres o cuatro prostitutas, mientras que a nuestra partida os dejamos un burdel que se extiende desde las puertas de oeste a la del este".

Cuando el clero se reunía en gran número (por ejemplo, para los Concilios) se solía elegir una ciudad cercana a una fuente de agua (lago o río) para deshacerse de los cadáveres. El Lago de Constanza, por ejemplo, acogió a más de 500 mientras duraron las sesiones del Concilio (1414-1418). También el Rin ocultó muchos cuerpos. Otro requisito era que el lugar de reunión fuera suficientemente amplio para acoger a la gran cantidad de prostitutas que debían servir las necesidades carnales del Papa de turno y del clero.

La Inquisición medieval fue creada por Gregorio IX el año 1232. Por mandato pontificio, tenía explícitamente prohibido apiadarse de sus víctimas. Su Santidad asumía toda responsabilidad si se excedían. Inocencio IV con su bula Ad extirpanda autorizó el empleo de la tortura a la Inquisición. Como las SS nazis del siglo XX tenían autorización para torturar salvajemente. Cualquier leve oposición a la voluntad papal era considerada herejía. Bonifacio VIII (1294-1303) definió como doctrina católica que "todo ser humano debe hacer lo que el Papa le diga".

La Iglesia Católica, durante más de seis siglos ininterrumpidos fue el gran enemigo de la justicia elemental. Desde el siglo XIII, los ochenta Papas que siguieron no desautorizaron el terror inquisitorial. La historia demuestra que, todo lo contrario.


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