ACERCA DEL CONCEPTO DE LA METAFÍSICA

 

Por lo «metafísicamente dado», nos referimos a cualquier hecho inherente a la realidad como tal, aparte de una acción humana (ya sea mental o física), en contraposición a los «hechos producidos por el hombre», es decir, objetos, instituciones, prácticas o reglas de conducta que son de origen humano.

El intento de alterar la naturaleza de lo metafísicamente dado lo describe Ayn Rand como la falacia de «reescribir la realidad». Quienes la cometen consideran los hechos metafísicos como no siendo absolutos y, por lo tanto, se sienten libres de imaginar una alternativa a ellos.

En el momento en que dices de un hecho metafísicamente dado: «es», aunque sólo digas eso, toda la metafísica Objetivista está implícita. Si el hecho es, es lo que es (la ley de identidad); es lo que es independiente de la consciencia, de los deseos, las esperanzas, los miedos de cualquiera o de todos (la primacía de la existencia); y es legítimo, es inherente a las identidades de las entidades relevantes (la ley de causalidad). Dadas las circunstancias implicadas, tal hecho es necesario; tenía que ser; cualquier alternativa habría implicado una contradicción. En breve, una vez que dices sobre un hecho metafísico: «es», eso significa que, dentro de las circunstancias relevantes, es inmutable, inexorable, ineludible y absoluto. «Absoluto» en este contexto significa que es necesitado por la naturaleza de la existencia y, por lo tanto, inmutable por cualquier acción humana (o cualquier otra) . . .

El intento de alterar la naturaleza de lo metafísicamente dado lo describe Ayn Rand como la falacia de «reescribir la realidad». Quienes la cometen consideran los hechos metafísicos como no siendo absolutos y, por lo tanto, se sienten libres de imaginar una alternativa a ellos. En efecto, consideran el universo como si fuera simplemente un primer borrador de la realidad, que cualquiera puede decidir reescribir como le venga en gana.

Un ejemplo muy común nos lo proporcionan quienes condenan la vida en la Tierra porque el hombre es capaz de tener fracasos, frustraciones y sufrimientos; son quienes anhelan en vez de eso un mundo en el que el hombre no conoce más que la felicidad. Pero si la posibilidad de fracaso existe, entonces necesariamente existe (es inherente al hecho de que lograr un valor depende de un curso de acción específico, y que el hombre no es ni omnisciente ni omnipotente en cuanto a tal acción). Cualquiera que mantenga el contexto completo —que tenga en cuenta la identidad de todas las entidades relevantes— sería incapaz de imaginar ni siquiera una alternativa a los hechos tal como son; las contradicciones que tal proyección implicaría lo aniquilarían. Los que reescriben, sin embargo, no tienen en cuenta la identidad; ellos son especialistas en suspirar, fuera de contexto, por un «cielo» que es lo antónimo de lo metafísicamente dado.

-  “La filosofía de Objetivismo”, Cátedra por Leonard Peikoff


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